al sitio destinado a este objeto, que era una especie de
leonera. En seguida venía
Ttuqo-kachi,
agujero de sal;
porque en ese punto hay una piedra de cuya abertura
va continuamente destilando una regular cantidad de
agua bastante salada. Torciendo un poco hacia el Sur,
se encontraban dos barrios considerables:
Munay-sinqa,
nariz hermosa, y
Rimaq-pampa,
plaza que habla; por–
que en ella se
pr~gonaban
las ordenanzas para el buen
gobierno de la república: desde donde salía el camino
de
Qolla-suyu.
En esta misma dirección estaba el estre–
cho barrio de
Pumaq-chupan,
cola de gato montés; por–
que fenece en forma de escuadra por la reunión de los
arroyos, que se juntan un poco más allá del canto de
la ciudad. No muy lejos de este paraje se hallaba el
pueblecito meridional de
Kayau-kachi,
que en el día ya
no existe. Al Ocaso distante unos mil pasos estaba
Ccha–
kil-chaka,
punto de partida del camino que va a
Qonti–
suyu,
cerca del cual pasaban dos cañerías de una agua
muy cristalina, que las llamaban
Qolqe-macchaqway,
culebra de plata; porque el agua en su claridad se ase–
mejaba al color de este metal,
y
las cañerías en sus giros
y rodeos al curso tortuoso de las culebras. Al Noroeste
teníase
Pijchu,
en cuya delantera, se encontraba
Kkilli–
pata
con el camino real de
Qonti-suyit,
y
·al Norte
Kharm.inqa;
donde principia el camino, que se endereza
para
Chinchay-suyu.
Por último hacia el Levante, que–
daba
Wakka-punku,
puerta del Santuario, por respeto
a la ciudad, que los peruanos la consideraban santa en
su religión, leyes y costumbres: así como la salida ape–
llidaron Pumaq-chupan, cola de gato montés por el va–
lor de sus hijos
y
las conquistas de sus armas.
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