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Los barrios más principales del centro se hallaban al

Este del Watanay, donde moraban todos los de la aris–

tocracia, como lo indica la denominación de

Qhapaq–

ayllu,

esto es, paraje de la dinastía real : el varón llevaba

el título de

inka

y

la mujer el de

palla.

Hacia el Sur de

Wakka-punku, se encontraba

Yachay-wasi,

casa de ins–

trucción pública; allí los

hamauttas

sabios,

Khipuk.ama–

JIOS

intérpretes

y

los

harawilws,

poetas enseñaban oral–

mente algunos .ramos del saber humano a un crecido

número de escolares, especialmente de entre los hijos

de los nobles. La parte del Norte la ocupaban dos asom–

brosos palacios: el uno hacia el Este, denominado

Qo–

raqora,

sitio constantemente cubierto de hierbas por su

mucha fertilidad, construí do por el Inka Ruqqa,

y

el

otro hacia el Oeste llamado

Qasana,

cosa digna de admi–

ración,' trabajado por el Inka Pachakuteq, muy cerca al

Colegio para vigilar la conducta de los superiores y la

marcha de los alumnos. Aquel edificio cupo en suerte a

Gonzalo Pizarro en el general repartimiento de los pri–

meros conquistadores. Los Inkas monarcas entraban con

frecuencia por unos postigos particulares a oír las expli–

caciones de los profesores, máxime P achakuteq, gran le–

gista, que personalmente comentaba los estatutos del

gobierno en las aulas públicas de este establecimiento. La

plaza mayor

Waqay-pata,

andén del llanto,

la

cerra–

ban por la parte oriental los palacios de Wiraqocha

In–

ka, octavo monarca, y por la i.peridional

Ajlla-wasi,

casa de las vírgenes escogidas, mientras que al Poniente

se mostraba

Amaru-kancha,

redil de grandes serpientes,

donde Wayna Qhapaq fundó su palacio real, que de la

casa de las vírgenes escogidas quedaba separada por la

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