azules, con labores blancas en forma de estrellitas muy
resplandecientes. La tercera bien engalanada de oro a
los terribles ministros de la venganza celestial: el Rayo,
.el Trueno y el Relámpago bajo la denominación genérica
de
!llapa.
La cuarta al Arco iris, cuya curva brillante
embellecía las paredes del edificio con unos colores tan
vivos y naturales, que parecía el arco iris verdadero.
Por último, junto a estas capillas, teníase una espléndida
sala, toda ella forrada de oro, una especie de sacristía
para el pontífice Willaq-Uma, que casi siempre solía ser
un miembro de la familia imperial; dicha sala servía
también para las conferencias de los ministros mayores,
que bajo la presidencia del mismo pontífice después de
emitir sus pareceres resolvían todos los asuntos concer–
nientes a sacrificios, víctimas, festividades y ceremonias
religiosas. Las viviendas de los numerosos sacerdotes, y
hasta las de sus criados estaban ricamente amuebladas y
provistas de todo lo necesario para el esplendor del culto.
Doce vasos inmensos de plata, llenos de granos de
maíz estaban colocados en la gran nave del templo: los
incensarios para los perfumes; las fuentes de agua para
lavar las víctimas de los sacrificios; la cañería subterrá–
nea, por donde pasaba el agua a varios departamentos
•del establecimiento; el depósito de las ofrendas y todos
los demás enseres pertenecientes al servicio religioso eran
de oro y de plata. Finalmente, los jardines del Sol, no sólo
contenían, imitaciones del reino vegetal representando
muchas de ellas arbustos y flores del tamaño natural;
sino también las aves favoritas de los lnkas, que se go–
zaban con la reunión de los animales conocidos en el
país, ejecutados por el mismo estilo, y entre ellos el más
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