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E.
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MIDDENDORF (
189 5)
La capital de los Inkas estuvo edificada muy segura–
mente; las calles estaban pavimentadas; cortadas en án–
gulos rectos y tenían varias plazas públicas en las que
celebraban fiestas religiosas y asambleas populares. Las
casas eran de piedra y de un solo pisp; pero las fachadas
de las casas de las familias nobles, estaban construídas de
piedras cuadradas primorosamente labradas. Los techos
consistían, en cambio, en totoras amarradas en pequeños
haces que revelaban trabajo muy correcto. Los edificios
principales eran los palacios reales, de los que hubieron
varios en la ciudad; pues cada Inka se construía una
nueva habitación. Además existía un templo del Sol y
el convento de las vírgenes escogidas para el culto. La
parte central de la ciudad, situada alrededor de esos edi–
ficios, encerraba las casas de la nobleza, de los Inkas de
sangre pura que dedujeron su descendencia del dios Sol.
A ellos siguieron los cuarteles ocupados por los nobles y
vasallos, y en un circuito mayor hubo suburbios de cho–
zas en las que vivía el bajo pueblo. No existen datos exac–
tos acerca del número de la población. También sería
muy difícil determinarlo, puesto que la población era
flotante dado el continuo movimiento debido a la inmi-
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