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La fórmula usada en Stgo. del Estero y otras provincias norteñas.
para cuar el ''orzuelo'', es, seguramente, un vestigio de ensalmo.
Dice así:
' 'Buenos días, señor mortero,
Aquí le traigo un orzuelo
pa.rasu consuelo ' '.
Aunque pudiera ser que se tratara de una simple magia, ya que
era frecuente entre los aborígenes Ia· creencia de que las enferme–
dades podían ser desincorporadas del hombre para incorporarlas a
un objeto o un animal.
·
,
Los ensalmos en la medicina popular son todavía harto evidentes.
Ellos han podido existir no sólo por la influencia directa de la me–
dicina española, y por el poder de dicha influencia, sino por la de
su creencia religiosa, heredada de España, con su fe y su esperanza.
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el
m. .
Y-eces, se trata de la cantidad de hierbas que
intervienen en la composición del brebaje o de la pócima o de objetos
diversos que se juntan para producir un efecto beneficioso curativo
o profiláctico. Este tiempo se mide por números: siete días, tres veces,
nueve baños, seis palabras, etc., que tienen un sentido mágico, des–
provisto aparentemente de interés o cuyo significado se desconoce
actualm-ent~,
y que traducen una remota creencia supersticiosa.
Esta idea de que los números pueden tener un earácter benigno
o maligno no es solamente producto de una mentalidad añeja, pues,
aún hoy día el
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es considerado un número nefasto; sino que es
propio de la naturaleza humana, en todas las razas, en todas las
latitudes, épocas
y
circunstancias. Y es natural que así sea, ya que el
hombre da significado trascendente a los hechos vividos por él, de
los que saca conclusiones generales para la norma que erige como
sistema de vida y a los que analiza relacionándolos siempre con el
tiempo
y
forma en que acaecieron.
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de otro modo se comprendería