101
India" (Leg. 9, Exp. 72, año 1728) se tiene datos sobre la eXIs–
tencia de la ' ' salamanca'' en aquella época, pues, tanto en el ale–
gato del Promotor como en la
con~esión
de las partes se pueden
leer cosas relativas a ''una junta que tenía sobre el río en cierto pa–
r aje para aprender a bailar", con lo que se alude a las demás artes
mágicas de que estaban acusadas.
Por lo común, el ''daño' ' intencionado no es más que la pro–
yección de una fuerza o influencia maligna hacia determinada per–
sona, animal o planta, la cual se ejercita por intermedio del "bruJo"
· que requiere para ello alguna prenda o retrato
o
las señas y el
lugar en que se encuentra, en una palabra la caracterización o fi–
sonomía de la cosa o sujeto sobre los que ha de incidir el "daño".
.En posesión de estos datos y con el concepto de que el ''daño'' es
un ''cuerpo extraño'' susceptible de entrar o salir
provocand~
el
mal o la curación, que se dirige a voluntad y que puede ser corpo–
rizado en cualquier objeto, el ''brujo'' empieza su tarea, fijo el
pensamiento en la persona, animal o planta que ha de embrujar,
de cuya imagen o ae
p q eño muñeco de cera o trapo y en
la que clava es inas de quimil.
la.
1 imagen sobre la
que actúa el b uj ,
e ana del
sujeto del ''da o''
que las
saetas proyect tlas
En otros e os act ..... '
~--........
......
bajes que .prep ra
en mate, vino o
~tra--&--a-Jtni:raJ::ai.;..
con miel y otr alimentos.
piejos bre–
an a beber
o a comer
En uno de los procesos mencionados, el de ' ' PascuaJa India'',
se dice en una de las páginas relativas a la confesión de la acu–
sada: ''que ni le ha combidado con miel
ni~guna
por lo que no sawe
si está
en~erma
ni lo ha o
y
do''. La miel, en efecto, es una de las
substancia~
en que más frecuentemente se mezclan los ' ' gualichos' ',
que así se llaman esos misteriosos filtros del mal, quizás a causa
del abundante uso que hacen de ella o tal vez por ser dulce y
agradable y puede disimularse en la miel el sabor de otras subs–
tancias, por lo general de gusto y olor nauseabundos.
Como lo hemos dicho antes, el ''brujo'', en cierto modo consi–
derado como el intermediario entre el hombre
y
el demonio, posee
la ciencia mágica que le otorga o concede la ' ' salamanca '', con la
que no sólo puede hacer ''daño'' sino también cur ar las enferme–
dades, pasándolas a otros
y
en ciertas ocasiones hasta descubrir a
los causantes de la muerte de una persona, sobre todo si lo ha sido