[309- 312]
"¿Sólo como a tu corazón?",
y
ella respondiese "esto dígalo, ,
Señor, mi corazón", en este punto se abrieron su corazón
y
su· pecho
pa.radar salida al alma, inflamada de am0ir de Dios,
después de lo cual Nuestra S-eñora
y
el Niño Jesús, enke un
cortejo de ángeles, se llevaron su alma al Paraíso.
[309]
Como, oyendo los cánticos, acudieran sus familiares, he aquí
que vieron muerta a la muchacha
y
estas palabras griabadas·
con letras de oro y plata en su corazón abie.rto: "Te amo más
que a mí misma, porque tú, no contento con crearme
1
[310]
me salvoote y redimiste con tu sangre
y
me diste además tu
misma sangre cual precioso regalo."
s
2.
DEL SEGUNDO MANDAMIENTO
D.-Pasando al segundo mandamiento, ¿qué queremos de–
<:ir con las 'Palabras "No tomarás su santo nombre en vano"?
M.-Aquí se trata del honor o desdén que hacemos
a Dios con nuestras palabras, pues se nos manda amar
a Dios
y
se nos prohibe, en cambio, ofenderle.
[311]
Este
precepto se puede dividir en cuatro partes, por ser cuádruple
también el honor o la injuria que se pueden hacer a Dios.
Así: a) honramos a Dios con
nuest~as
palabras cuando con
ellas exaltamos su nombre,
y
le ofendernos, por el contrario,
. al tomar en vano este su santo nombre; b) le honramos con
el
juramento,
le
ofendemos con el perjurio;
[312]
c) le
honramos si con. un juramento nos incitamos a hacer algo
en su honor ; le ofendernos en cambio, si no cumplimos aque–
llo a lo que nos comprometimos oon el juramento; d ) le ado–
r arnos invocándole, le ofendemos murmurando de él indig–
namente.
D.-Declárame la primera parte .
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