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[294- 298]

D.-¿ Y por qué -adoramos humildemente, doblando las

rodillas, a los huesos y reliquias de los santos, que son cosas

inanimadas?

M.-No es a los huesos y a las I'eliquias, que sabemos se r

inanimados, (294] a los que adoramos, sino que si esto ha–

cemos es para dar a entender que esos mismos huesos y esa

misma carne, por ejemplo, hicieron muchos y diversos bienes

al servicio del Señor, en vida de los santos a quienes pertene–

cen, d•c la misma manera que si reverenciamos sus cuerpos lo

ha.c·cmos para significar que ellos, por este acto nuestro de

adoración, se acuerdan de ayudarnos , así como nosotros hon–

ramos a sus cuerpos.

[295] D.-¿Puede, según eso, aplicairse lo dicho tam–

bién

sus imágenes?

M.-.-Ya lo creo. Puesto que en modo al guno

pensamo~

que

las

imáge~ies

de Cristo, la Virgen .o los Santos son Dioses. No

son, pues, íqolos, oomo los que adoran los iaólatras. [296]

Nosotros, por tanto, creemos que no son más que imágenes,

que, al mirarlas, nos traen el recuerdo del Verdadero Cristo y

de su madre la Virgen María y de los Santos, de modo que vie–

nen a ser como los libros de los que no saben leer.

En

estas

imágenes, además, aprendemQs muchas cosª's, como s_on, en-.

tre otras,

la

vida y muerte de los Santos. [297] Y nd vayas

a creer que las honramos por ser de papel o de cuaiquier otra

materia, o por estar mejor o peor pintadas, sino sólo por el

mero hecho de representar a Dios Nuestr.o Señoir, a la Vir–

gen Nuestra Señora o a los Santos, puesto que sabemos a

ciencia cierta que las imágenes

ni

viven ni oyen, y soli úni–

camente obra de ·artistas, así como tampoco les pedimos nin–

guna cosa, sino que en presencia de ellas invocamos

la

pro–

tección de Dios, la Vjirgen y los Santos.

[298] D.-Pero si las reliquias y las imágenes no tienen

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