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cabida; no les faltará nada, pues, a más de tener en Dios
todos los bienes, tendrán el máximo honor de ser hijos
d«~
Dios, iguales a los Angeles y eternamente Reyes, pues serán
dueños de todo juntamente con Dios, por estar unidos con la
voluntad de Dios y no haber nada que pueda resistir a la vo–
luntad del Señor,
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por todo lo cual no les puede faltar
jamás a los bienaventuTados ni en su cuerpo ni tampoco en
su alma
fa
eterna felicidad.
'D.-Ahora bien: ¿en el cielo serán unos más bienaventu–
rados que otros o todos iguales?
. M.-Cuanto más fielmente cada uno haya servido a Dios
aquí en la tierra, tanto más distinguido y retribuído lo ser á
en el cielo.
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Y no creas que por esto habrá en el cielo
el más ligero
movi:rp.ientode envidia o de rencor, pues a todos
y a cada uno se les dará su merecido. Te lo aclararé con un
ejemplo: Si un padre de muchos hijos, todos de distintas eda–
des entre sí, les da a cada uno de éstos un vestido lujosísimo,
con adornos de plata
y
oro y acomodado cado uno a la esta–
tura de aquel hijo a quien va destinado, es lógico que el ma–
yor en estatura lleve el vestido más precioso, sin que por esto
los restantes
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hayan de quedar descontentos ni de–
sear las ropas de los otros dotados de una estatura mayor o
menor. Así en el cielo los bienaventurados recibirán cada uno
su .recompensa de bienaventuranza, mayor o menor, pero eter–
na para todos.
D._:_¿ Y por qué llamamos bienaventuranza a esta vida
eterna? ¿Acaso no han de vivir también eternamente en el
infierno los condenados?
M.-Llamamos con propiedad vivos a todos aquellos que
se mueven por su propia virtud.
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Así, si bien lo ob–
servas, verás que ya por costumbre llamamos viva al agua de
los ríos y de las fuentes , ·por moverse a sí propia, mientras que,
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