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[186-189]

mueren en la infancia, otros lo hacen en la juventud y otros,

finalmente, en la vejez?...

M.-Todos nosotros resucitaremos con la disposición de

cuerpo que hayamos tenido o hubiéramos de tener a los trein–

ta y tres años, que es la edad en que resucitó Jesucristo.

[186]

De modo, que los que hayan muerto en la niñez, resu–

ci~aTán.

con el cuerpo que hubieran de tener a los treinta y tres

años, si hubieran alcanzado esa edad; los viejos, por su parte,

han de hacerlo tal como fueron a los treinta y tres años tam–

bién, con la particularidad de que· si uno a esa edad hubiera

sido ciego, mutiJado o jiboso, no resucitará con estas imperfec–

ciones, sino sano, íntegro y bello. Pues Dios hace todo con her–

m~sura

perfecta, y en virtud de la resurrección de la carne

se logrará, por ser obra de Dios, que todos los que en vida hu–

biesen sido imperfectos, resuciten perfectos.

[187]

Y a propósito de esto y para mayor claridad, te

referiré un sucedido, a fin de que veas cómo también los San–

tos han devuelto a veces la vida a los muertos mediante el au–

xilio divino y la eficacia de sus oraciones. Un Obispo llamado

Estanislao había comprado a un

tal

Pedro una finca a nom-

• bre y usufructo de la Iglesia. Pagó todo el importe de la fin–

ca; pero sin exigir, sin embargo, ningún contrato que hiciese

fe

de la compraventa,

[188]

de lo que vino a suceder que,

muerto P edró, sus herederos reclamaron del Obispo la finca

que éste había comprado. Como la causa se llevase a ventilar

ante el rey, y el Obispo no pudiera pres·entar sus escrituras

de contrato, y los testigos, por temor al rey, no se atrevieran

a declarar con verdad y justicia, vino a resolverse que el Obis–

po devolviera la finca a los herederos del difunto Pedro. Pidió

el Obispo se le concediera un plazo de tres días para traer

consigo a Pedro, muerto ya tres años hácía,

[189]

petición

a la que se accedió entre mofas y sonrisas malévolas de des-

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