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mueren en la infancia, otros lo hacen en la juventud y otros,
finalmente, en la vejez?...
M.-Todos nosotros resucitaremos con la disposición de
cuerpo que hayamos tenido o hubiéramos de tener a los trein–
ta y tres años, que es la edad en que resucitó Jesucristo.
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De modo, que los que hayan muerto en la niñez, resu–
ci~aTán.
con el cuerpo que hubieran de tener a los treinta y tres
años, si hubieran alcanzado esa edad; los viejos, por su parte,
han de hacerlo tal como fueron a los treinta y tres años tam–
bién, con la particularidad de que· si uno a esa edad hubiera
sido ciego, mutiJado o jiboso, no resucitará con estas imperfec–
ciones, sino sano, íntegro y bello. Pues Dios hace todo con her–
m~sura
perfecta, y en virtud de la resurrección de la carne
se logrará, por ser obra de Dios, que todos los que en vida hu–
biesen sido imperfectos, resuciten perfectos.
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Y a propósito de esto y para mayor claridad, te
referiré un sucedido, a fin de que veas cómo también los San–
tos han devuelto a veces la vida a los muertos mediante el au–
xilio divino y la eficacia de sus oraciones. Un Obispo llamado
Estanislao había comprado a un
tal
Pedro una finca a nom-
• bre y usufructo de la Iglesia. Pagó todo el importe de la fin–
ca; pero sin exigir, sin embargo, ningún contrato que hiciese
fe
de la compraventa,
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de lo que vino a suceder que,
muerto P edró, sus herederos reclamaron del Obispo la finca
que éste había comprado. Como la causa se llevase a ventilar
ante el rey, y el Obispo no pudiera pres·entar sus escrituras
de contrato, y los testigos, por temor al rey, no se atrevieran
a declarar con verdad y justicia, vino a resolverse que el Obis–
po devolviera la finca a los herederos del difunto Pedro. Pidió
el Obispo se le concediera un plazo de tres días para traer
consigo a Pedro, muerto ya tres años hácía,
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petición
a la que se accedió entre mofas y sonrisas malévolas de des-
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