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ordinariamente agraciado en su rostro, aunque tenga alguna
cicatriz en un dedo, o en el. hombro,
o
en la palma de la
mano. En segundo lugar, porque todos los cristianos son
. santos, en virtud de la Fe, que debemos observar y que nos
im;!ita a hacer lo bueno y a omitir lo malo.
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La con–
sideramos Santa, finaJmente ; porque la integran los que lle- ·
van una vida, cual conviene a los buenos cristianos, pues no
¡:-uede darse el hecho de que entre los Turcos, Herejes, Genti–
les y Judíos
ha~a
un verdadero santo.
D.-¿ Qué entendemos por la Qomunión de las Santos?
M.-Que, como quiera que en este cuerpo que constituye
nuestra Santa Madre la Iglesia es estrechísima la unión
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que hay, todo el bien que ejecuta cada uno de los miembros re–
dunda en beneficio de los demás, aunque. estén muy distan–
ciados y sean desconocidos entre sí los que a ella pertenecen;
y no sólo tiene efecto y lugar en la tierra esta mutua ayuda
de nosotros los cristianos, sino que también ayudamos con
nuestras. buenas obras a los que están en el Purgatorio, así
como también los que adoran y sirven a Dios en los cielos
nos ayudan lo mismo a nosotros que a los que están en el
Purgatori~.
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D.-Si esto es así, no tiene objeto y es eh vano
el aplicar sufragios por una determinada persona, ya sea
ésta, Y'.1 sea aquélla, puesto que todas y cada una de nuestras
buenas obras pertenecen a todos y cada uno en general.
M.-No es así, sino que, aunque de las misas y cultos, su–
fragios y buenas obras, participan todos de algún modo, apro–
vecharán especial y singularmente a aquel por quien en par–
ticular se aplican.
D.-¿
Y
qué me dicei;; de los excomulgados? ¿También ellos
participan de nuestras 'buenas obras, o no?
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