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vinas insinuaciones, que venía El en 'persona ·a anunciarle su
perpetua condenación en el infierno, ya que él así se lo había
querido. ·
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Una vez que hubo hrublado en estos términos
desapareció de la presencia del joven, dejándol·e durante toda
la noche sumido en un terrible estupor
y
escalofrío. Pasó, al
fin,
fa
noche, y
ail
día siguiente, cuando ya des·esperado pensaba
hallarse en trance de hundirse para siempre en 1os infi:ernos,
he aquí que un joven bellísimo, con cierto parecido en su
rostro al anciano del día anterior, se presentó delante de
él.:.
Iba desnudo y coronado de espinas.
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Llevaba una gran
cruz sobre sus hombros, y de su pecho brot3!ba a raudales
~a
sangre. Sentóse junto a él y le preguntó si Je conocía. Respon–
dióle negativamente, salvo haber encontrado un ·cierto pare–
cido con su anciano visitante de la noche anterior." "Como que
yo soy su Hijo-respondióle Jesús-, que al ver cómo se
condenaban las almas de los hombres resolví bajar al mun–
do y sufrir pasión
y
muerte por salvarlos.
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Y a ti ven–
go a anunciarte que por negarte a querer pa:rticipa.r-de ios be–
neficios de mi redención te verás en el trance de ser eterna–
mente atormentado
c.onterribles tormentos...", y, acto se–
guido, tomando un puñado de la sangre que brotaba de su
costado y salpicando con ella el rostro del joven: "Esta san–
gre-dijo-, que ha sido derramada para salvaCión de los
demás hombres, st;a para ti causa de confusión."
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Y desapareció. Quedó el enfermo como muerto, desesperando
ya de su salvación. Habiendo llegado el hermano menor, y
viendo al enfermo tan pálido, tan macilento y tan horrible–
mente ·demacrado, que a duras penas pudo reconocerle, so–
brecogido de un vehemente dolor, n.o pudo menos de excla–
mar entre sollozos: "Pero ¿qué es esto, hermano mío? ¿
Dón~
de está ahora aquella tu anterior belleza, que tanto dió que
pensar a tantos· seres? ¿Es posible que sea la tuya esta ho-
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