[153-156}
rrib1e figara que contemplan mis ojos?
[153.]
¿Dónde han
ido a paraT aquella fuerza y aquel vigor y aquellos tus amigos
y
consejeros de que tú tan pagado te considerabas? ¿O es que
te arrebataron de mi lado para hacerte venir a parar a este
estado tan lamentable en que te me ofreces a los ojos: de–
vorado por la fiebre, temblando todo tú de pies a cabeza y, lo
que es más triste aún, con tu alma perdida para siempre?
[154]
Si ·es que ha sido
fa
enfermedad la.que a tan doloroso
estado te redujo, reanímaJte y acuérdate de que también otras
veces estuviste enfermo; si
fuero~,
por el contrario, tu perver–
sa conducta y tus pecados, promete firmemente ya enmendar–
te, y, por
fo
que más quieras, nunca, nunca desconfíes de que
aún puedes salvarte. Acuérdate de que Cristo Nuestro Re–
dentor: llevó consigo al paraíso al buen ladrón, después de
perdonarle sus pecados." Reanimóse un poco el enfermo, · y
dijo así a su hermano:
[155}
"Ya me han considerado me–
recedor del infierno, tanto el Padre como el Hijo; si, pues, ya
es imposible revocar mi sentencia; ¿qué puedo ya esperar.?"
"Aunque el Padre y el Hijo-respondióle el hermano--te ha–
yan considerado mereC'edor 'de la eterna condenación al verte
obstinado e impenitente en tus pecados, guardate, con"· todo,
de desesperar; antes bien, hazme 'caso y promete enmendarte,
llornndo tus pecados, decidido a solicitar confésión. Y yo te
aseguro que, si esto haces, no sería difícil que el Espíritu
Santo (al que San Bernardo llarna mans.edumbre de
Dio~)
te
conceda el perdón de tus pecados ail verte así, confuso·y arre–
pentido."
[156]
Repuesto ya algo su ánimo de la
des~spe
ración con estos saludables consejos, pidió ún confesor,
añ.téquien, entre lágrimas y sollozo.s
1
de arrepentimiento, se acu8ó
de todos sus pecados, y una vez que hubo comulgado y reci–
bido el santo Oleo, dispúsose a morir cristianamente.
•
A
la noche siguiente acercósele con suma majestad, ata-
67 3
43