[1~5-128]
lo.S y azotándolos, a lanzarlos al fondo del aJbismo. [125]
Empezó SQ.I! Carpo
a
alegrarse a
la
vista de ésto, pensando
que por fin les había negado la hora de su castigo y de sa–
tisfacer, cayendo en los infiernos, la justicia divina. Pero
levantando de nuevo los ojos al cielo, vió que Cristo, com–
padecido de los dos pecadores, s•e levantaba de su trono, y
bajando en dirección a ellos, les tendía misericordiosamente
sus manos, y que ellos, auxiliados por ángeles, se -salvaban
cuando ya estaban a punto de caer al infierno; [126] El
.
.
Salvador habló luego d'e esta forma a San Carpo: "Hiéreme,
que estoy dispuesto a padecer otra vez por salvar a los hom–
bres, y lo haré gustosísimo con tal de que los hombres no
pequen. Y tú, por tu parte, que te precias de amarme tan
fielmente, abre tus ojos, date cuenta de esto y haz por imi–
tarme."
§ 7. DEL SEPTIMO ARTICULO
D.-"Y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los
muertos" ... ·Pero esa venida ¿cuándo tendrá lugar?
[127] M.-Al fin de este mundQ. Pues has de saber que
todas estas cosas han de perecer, consumidas por el fuego
y
el agua. El fuego devorará todo con sus llamas, y no queda–
rán ni la noche ni el día, ni los matrimonios· ni las mercan–
cías, ni nada, en fin, de lo que ahora vemos en el mundo.
Pero cuándo ha de ser esto, si pronto o tarde, nadie lo sabe.
En cuanto a lo que decimos de que Cristo ha de venir
desde el cielo a juzgar a los vivos y a los muertos, al decir
que ha de venir desde allí se nos enseña que no hemos
d~
creer a cualquiera que, osado, [128] nos diga que él es el
Oristo, pues éste nos querrá reducir, de la manera que el Anti::.
cristo pretenderá engañarnos
al
fin de este mundo. Pues Cris-
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