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bre y me dijo que era
~ngle,
Ingla, o no sé qué _palabra
que nunca he podido pro-nunciar bien, sino Inga; nombre
que le causa mucha grada, y así río más lo llamo siempre.
Esa copnmicación ' recíproca, la soledad encanta–
dora, y el esmero de sus ate11ciones en .s.ervirme,
instru?r~
'
n~c
y.
complacerme, hicieron qlle mi corazón lo
quisie~
.se, y yo no le disimulé mi inclinación. ksí es que el co–
nodó mi
afe~to;
pero 4':jos de
abusa<~"
de mi imprudenda)
~ne
confesó que f.l también me amaba como a
un~
herma–
~1a,
que desde que el sol me había conduddo a su compa-
1ñía
y hallaba tanta simpatía en nu·estros corazones,
de-·
¡=;eaba tomarme por esposa; pero antes me di jo, es pf:eci–
{50.
que te instruya en el modo de adorar
y
servir a Dios,
r
poder
cel~brár
nuestra unión bajo su amparo. Su decla–
ración y es'e lenguaje tan nuevo para mi y tan dulce me
encantó
y
estaba escuchándolo sin resqllar. Y tus padre_s, -
me
añadió. ¿Qué dirán· de tu t:esolución, de tu uni'ón
ton
.un desc;oqocido? Ellos, le contesté, me creerán muerta
pra: y sí a,lgún día me viesen unida a un hombre tan vir–
tuoso como tú, se tendrían por lo más dichosos de los
padrés. Esa p-romesa ?-caqó ·de avivar el amor que ya le
~enía,
y
doblé mi atención a cuanto él me
enseña.bacon
la mayor paciencia Luego aprendí a hilar, a teñir y a te–
j'er, de modo que esa nrcus, esas licllas y ropas que llevó
-
.
son obra de mis manos
y
de las suyas. Me ha enseñado
támb.ién qve ese sol, tan hequoso no es el Dios Grande
y
principal, como nos_otros creíamos, sin.o un Dios peque–
ño, ministró
de
aquél otro Dios grande,
Cri~dQ.r
det mis–
mo sol, de la luna, de 1as estrellas y de la tierra, quién él
llama así, como Pachacama·c;
qt~e
ese Dios poderoso es
muy bueno, que allí arriba en el cielo premiará las virtu–
des de nuestras
~mas,
y otra§ cosas más lindas, que qes–
pués
Ós
explica.rémejor.
Los padres ·se asombraoan de esas ideas de su hi-