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pude entender, hasta qu..e con señas y ademanes me indi–
có que lo siguiese. Me levanté toq1ándome él del brazo
y
me dejé conducir a una especie de cabaña. Donde él
vi~
'vía; comprendió por mi pesadez que estaba yo muy fa–
tigada, que necesitaba alimento y desca.nsó; me hizo re·
costar sobre unos blancos cueros qe alpaca, y salió vol–
'viendo luego con una chua de agua caliente más confor–
tante que nuestra chicha. La tomé con ansia y él sin de–
cirme nada se retiró; pero en sqs ent\_adas y salidas ob–
servé que él se postraba y levantaba sus manos al cielo,
como dándole gracias de haoerme salvado. Yo también,
desde mi rincón se las dí por haberme prop·orcionado tan
buen auxilio. Luego el cansancio y esa bebida que me
dió me hicieron dormir profundamente; de modo que no
desperté hasta que la hermosa luz del sol hirió mis ojos.
Y me desperté con tal alegría que salí de un brinco a la
püerta para poderlo ver en todo su resplandor
y
persua–
,clirme que no se había ahogado ayer en la gran laguna,
como me creí. ¡Oh, que mañana tan hermosa! la frondo–
sidad de los árbole que aquí no crecen tanto, el canto·
de las aves más melodiosg que los de acá, la fragancia
'de las flores que aquí no conocemos, el aire tan plácido
y
aromático, en vez de los fríos vientos de esta cordille–
ra, me tenían en otra especie, de sueño delicioso; del cual
me sacó el recuerdo de mi bienhechor a quien no pude
ver más que escudriñaba con mi vista si est:-tba tras del
chume o ramaje dt- los árboles. Su au enria empezaba a
entristecerme cuando, lo ví venir con
un~
lo alto ·en la
·mano
y
la imagen del sol en el pecho. Entor-ces me acor·
,dé de un sueño que había tenido esa misma noche. en
que me pareció ver a mi dios sol, así en figura de hombre
que tite estaba hablandl" cori palabras tan compasiYas
delirio de mi sueño fuese un aviso cierto, cuando
acercán~
dose más reparé en él, lo que no había observado la no-