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chuas, políticas, civiles y religiosas sin sufrir ni violen–
tarse en su nueva condición. ConcurrierOn a producir es–
te resultado diversas causas: unas _dependientes de la
identidad de caracteres de ambas razas, y otras prove–
nientes de la naturaleza misma de aquellas instituciones
y de la política incaica. El culto del sol, eh la forma que
lo propagaban los que.chuas, sin impedir la devoción a
sus dioses par,ticulares ni destruir el dogma trascenden-
tal de PACHACAMAJ, fué acogido sencillamente, pues-
to que no solo se
~onformaba
-con su espídtú religioso,
sino que era una consecuencia rigurosamente lógica a
que debían arribar, y habían arribado, según los princi-
pios de su teogonla. Las leyes que respondía a una polí-
tica sagaz esencialmente colonizadora, .fueron así mismo,
guardadas con lealtad, sin que se. produjeran protestas
de resistencia. Un tacto esquisito de parte de los con–
quistadores para .hacerse amar y hacer amar su gobier-
no, una atención solícita
y
constante en favor de sus súb-
...
~J~oooo
, ditos, una dirección regular y contínua dada a su
~olíti
ca, un .celo particular y esmerado para emparejar la con–
dición de vencidos y _vencedores a la ley común y a los
principios generales de
justi~ia
habían llegado a -inspi–
rar la más profunda confianza en su paternal autoridad,
borrando a la vez aquellas fronteras en todos tiempos y
partes imborrables, que separan en los imperios a los
conquistadores de los conquistados. Los incas encon- .
traron pues en los aymaras el elemento más positivo pa–
ra formar con carácter estable una nación inmensa. Así
lo comprendieron sin duda desde un principio, o tal ins–
piración les animó cuando dirigieron sus primeras cam–
pañas de preferencia sobre esta parte.
Ellas no pretendían una simple y forzada aglo–
meración de hombres, ni una reunión al acaso de territo–
rios. La suprema
int~ligen~ia
que preparó y guió su
plan,