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con ella, no lo creía una infamia sino un :favor divino.
Los padres se calmaron y .recelando algún
embu~te
le di–
jeron que se explicase. :Pues, el día que salimos de. la is–
la, dijo la muchacha, me sehtí como tirada para andar
hacia allá,
pqr
allá lejos, por donde se pone el sol, así es
que sin poderlo resis.ti.r, me'dejé 'llevar
'y
andúve como
:unos quince días sin cansar"me, siempre con el afán de
,er donde se acostabá el.sol por la noche, que se iba ocul–
tando cada tarde tras de cerros· más lejanos. Al fin ya
~mpezaba
.a cansarme y a faltarme la comida, cuando
¡legüé a unos montes altos, muy altos
y
c-rei q¡ue allí ·pre;
r;isamente debía ocultarse.
•
Con la ansia de ver con mis propios ojos dónde se
.téostaha, y cómo se hundiríq. en aquel gran
co~chón
de
;.1ieve el dios de la luz, subí a una colina, y de ésta a otra
1
;<m agitación; pues él se iba bajando Yél¡, y temí que él
¡;e iba a acostar sin que yo viese .su cama. Mas, mi agita!.
;ión, o quizás la Qieve, que empezaba a pisc.r, me hizo
.loler tanto la cabeza
y
los ojos que desfallecí. Quedé un
¡ato como muerta; per.o afortunadamente el frío me' des–
.)ertó. Temiendo que el hielo de la noche po.día matarme,
¡ne esforcé para l?ajar del cerro a lugar más abrigado, y
rne dirigí hacia una abra, por donde me
pa~eció
ver to–
fiavía algunos rayos del sol, y también un aire suave, que
ns reanimó.
Y
como sietüpre deseaba ver dónde se iba
1..
descansar mi sol querido, me apresuré a lleg-ar a ese lu–
~·ar,
que me pareció iba a satisfacer mis ansias. Pero, co–
no os expliearé Ja
sor:pre.saque tuve cuando, en vez de
>tro cerro que _le sirviese al sol de cama, ví delante de mi
ma indinada y ancha llanura, no seca como nuestras
lampas, sino verde poblada de árboles y de plantas con
]ores; cuya fragancia -me traía el viento, descargaba mi
;abeza y me ensanchaba el cora¡;ón,
y
al fin de esa pra..
lera tan linda, a la que deseaba volar tumo un cóndor,