ZACARIAS MONJE ORTIZ
17
Fray Matías de la Borda, dice:
"Y presenta–
do que fuí a su presencia, conocí a un indio bien
ridículo, como de edad de treinta años, vestido de
uniforme, con una camiseta de tereiopelo negro.
su bastón y mucho acompañamiento, a quien sa–
ludé en castellano y me reprehendió, encargándo–
me que no hablase en otra lengua que no fuese
la aymara, cuya ley tenía impuesta con peha de
la vida, por lo que no observé otra regla que aqtle–
lla ..."
Este fray Matías de la Borda, no se crea na–
die que si habla así de Julián Apasa, es por pre–
sentarlo ante sus lectores, pura
y
simplemente.
Lejos el párroco de la doctrina de Tiquina de em–
barcarse en la tarea de escril?ir la hist01:ia del per–
sonaje que nos preocupa, mucho menos de meter–
se en los delicados trabajos de hacer la etopeya
del mismo; en el p áiJ;rafo transcrito y en otros mu–
chos más de su Informe, elevado ante
~l
coman-
1
do milita r en 30
ae
mayo de 1,871, hzaduce y re–
cuerd a su est ado de ánilno anterior a la caída o
rota de Apasa; más claro: habla de su enemigo
vencido, a unque, de todas maneras,, siempre bajo
la üupre ·ión de los menudos sustos que pasó los
días que hizo compañía forzosa al caudillo. Aho–
ra bi en, benefi ciemos los datos que nos da la plu–
m a del frayle.
Si en es tos ti empos fuésemos a las llanadas de
la pruvincia de Sicasica, a l obj eto de r eunir un
cent nar de aborígenes "como de treinta años", o
ob re cuya edad tengamo certeza que no es más
n i menos de la meritu ada por el sacerdote agus tí–
n , ténga ·elo po r bi n eguro que de la centena
nov n a, lo m<'nos no hab rán de causarnos la ma–
b
impres ión que produ ·e n hombt·ecillos.
• 1