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SUCASUCA MALLCU
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Cuando desaparezca el fatídico, visc0so
y
obs–
curo complejo de inferioridad de que
aquéjanse
los intelectuales
de Bolivia, víc timas
de la
in–
fluencia pern1ciosa
y
traidora del ausenti smo que
pesa sobre la mentalidad
y
el emotívismo de un
noventa
y
cinco por cients de los criollos de este
país,
cles~e ~l
Coloniaje; entonces nadie tendrá el
caciquil pudor de hablar sin miedo a la crítica fal–
sa,
y
cumpliremos todos el deber de interiorizar–
nos de la más íntima contextura de nuestra na–
cionalida,d
y
del Continente Americano, unitario,
de manera que consigamos que arraigue el espíri–
tu que nos guía en la tierra donde hemos nacido
nunca jamás por casualidades. Y al ser emplazado
e e divino fulgo que hace al bípedo cer ebral libre
para siempre, en
ellwbitat
racial, económico
y
po–
lítico, será enf ndida no sólo la justicia spcial en
que hemos de basar la nueva Democracia, sino la
justicia histórica mi ma, para que en vez de e ti–
queta de boliyianos
y
de amerkanos, el fondo mis–
mo de nuestra ya iluminada consciencia salga un
honrado bolivianismo activo, que es la base mis–
ma de una ulterior americanidad indisoluble.
Entre tanto, en pie. sobre el umbral de la histo–
ria de La Paz, declaremos que al evocar la muer–
te de Bartolina Sisa, esta pluma que sc.:ribe su ilus–
tre nombre cae de la d.ies tra y, en el vacío, tienta
una espada con qué rendi d e, tambi én, un rígido
honor militar.
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Ahí e tá, por lo demás, un o tro mal, liquida–
do, de los varios que minaron el vigor del ejérci–
to libertador de los sucasucas.
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