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SUCASUCA MALLCU
chanchos de Iberia. A la excelsa unidad del
Theos
americano, sin forma ni riombre ni origen ni edad
ni fin, los abatidos saldos del imperio maya, ._que
extendió sus reales de Polo a Polo en las Améri–
cas, sustituyeron con el Dios isrealita creyéndolos
tales,
wirakjochas,
y que los recien llegados de
ultramar, eran sus propios antecesores renacidos,
-los mismos ojos claros y las mismas lueJ?.gas bar–
bas,- que retornaban a los patrios lares aimaráes
o quechuas con lá nueva concepción de la divini–
dad, adorable o no bajo la forma .de ente también
barbudo y algo más que arrebataqo.
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De ahí la religiosidad innata en el nativo de
cualquier latitud de Bolivtia.
Proviene 'también de eUa - nexo soéial de
convivencia- , la -profesión que abrazó Julián
Apasa, no sin aber ¡Pasado · por las de monagui–
Ho,
resj asiri que reza a ca1nbio de- límosna)
y .
mandadero de cura. Es detalle ,con toda la impor–
tancia posible, eso que los caciques de fines de si–
glo XVIII, hayan perpetuado en sus difamatorias
crónicas de las hazañas del emancipador
Apas~:
lo de que, éste, sabía leer. En- aquellas épocas, en
esos siglos en que la voluntad de los hombres que
constituían "la Liga de tiranías" bajo el cartel de
la Santa Alianza, europea, par
1
a un indígena ame–
ricano saber leer equivalfa a lo que ahora vale el
tener una profesión liberal a costa de cerca de
veinte años de gastos, sacrificios y ·padecimientos
sin cuento.
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¡
Sa ristán indígena y de aldeano cura, en
1780!
Imaginaos a un peón
mozalbe.te, puro aima–
rá de las laderas paceñas de Pampjasi, llegando
de haber ap1:endido a leer a la dignidad· de perti–
guero de la Santa Iglesia Basílica de Nuestra Se-