ZACARIAS MONJE ORTIZ
S
tivas gimieron tanto o más que la
mesoc~acia
y la
plebe. De las raíces de los linajes solamente por
rigor de excepciones algunas perduraron. A los po–
cos años de la- devastadora visita de los europeos,
en las Américas el escalonamiento de sus socieda–
des desaparecía y nadie entre ·los originarios po–
día separar su indi'\lidual historia
familiarmente
considerada. Esta es la razón por la cual un hom–
bre que sobresale en la historia continental como
Julián Apasa, asoma a nuestros fastos tan anónimo
y vil como cualquier de sus opresores coetáneos.
Por gracia de la
inquisición judicial se' sabe
que Julián Apasa nació en Ayoayo de La Paz. Esta
es la típica filiación de los hombres bajo los regí–
menes que en odo tiempo estrangulan a la huma–
nidad. Fulano de tal lugar. Mengano· de tal pueblo.
Bastante con eso para el despotismo. Sicasica, la
villa de J aruma o de Aroma, situada en medio ca–
mino entre Chuquiapu y Oruro, viene a ser el todo
de la notoriedad de_\ su linaje, pues
la biografía
del personaje, englobado su ancestro, se reduce a
nombrarlo así: Julián Apasa, natural de Ayoayo
(1),
cuyos padres son desconocidos, creció
cerca
de la casa parroquial y quizás si allí aprendió a
leer en su infancia, pues nadie como los clérigos
para dosificar sus enseñanzas a los americanos, y
es de esto mismQ que Julián Apasa no supo escri–
bir. Su vida lindó con el curato del pueblo;
ello
está muy claro, y tanto que al filo de la adolescen–
cia es 'tenido allí corno un buen sacristán, leído más
no
escreueido.
Pero lo escueto de esta ficha biográ-
(1)
Del aymara: layu. aal: jayu. repeUdo: salar.- N. del Autor.