- -~37
--
árboles de
Ppissac,
que cortan el lejano horizonte
Puede precisarse
muy
Lien las ruinas fa1nosas del
Intihuatana,
donde los sacerdotes incaicos ata-
ban por las tardes al Dios-·Sol.
·
Para los que dispusieran de tiempo aconseja–
ría1nos visitar, después
del
Santuario, las n1a
ri vi–
l
losas ruinas de
Ppissb.<;
a
10
l~m.
de
este, donde el
espíritu vuela a travez de las edades hasta la raza
i11111ortal que levantó aquel m0nun1ento eterno de
.
su pujanza.
Andenerías interminables que se suceden unas
a
otras;
escale~·as
estrechas de piedra de cientos
y
cientos de gradas; acueductos en la roca viva; to–
rreones disen1inados en todas direcciones; construc–
ciones de piedra estupendamente labradas
y
de ha,,
rro
y
piedra, 111anifestando
a
1as claras diferentes
edades de origen o división <le castas sociales, o de
di versos usos a que estaban destinadas; salones
graciosos, puertas esbeltas
y
sobre todo la evoca·
dora piedra del
I.ntihuatana
tan llena
de
miste–
rios, son
las
cosas que sacuden el espíritu del visi·
tante,
dejár~dole
en la mente un recuerdo diíícii de
olvidar.
Se
ven
los
caseríos de
Vi/car,
con su blanque–
cina arquería, de
[lchun1uca,
perdido en la verdura
de sus huertos
y
de
Huichorco
1
recostado en la
· n1ad urez de los trig·ales.
::;:.~
Al
frente,
y
s:n
cansarse. de mirar nunca
los
blancos muros del
Santnario, está la finca de
Huailhua
donde
hay
una
capilla
en~que
se venera
u na pintura de la Virgen del
!~osario. Don11na~e
el caserio de
Mauk'a-Chaca
(puente antiguo),
don–
do pernoctó [). I)edro Valero la noche
antes
de
la
cuarta apararición;
y
una parte del v iejo pueblo
de
San Salv·adnr.
Ilermoso presérÍtase a
la
si111ple
vista al pié
del
arrogante
pic.acho de
Co11tur-l~ia n11,
(trono
del condor), que hace fondo a la quebrada d,el fren-