al vinjero las cerc0nías de la hacienda
Vicho,
::in ..
t1gua propiedad de
los
Jesuitas
hasta
la
Pragmá–
tica de Cárlos III
y
hoy
de
la
respetable
~otrona
doña
Irene Azpilcueta
de
Cabrera.
I.1as casas quedan
a
diez
1ninutos a
pie de la
carretera
y
es
digna
de visitarse
la
ca pilla
de los
Jesuitas. donde se
venera u
na
preciosísi
n1a
Virgen
1
nmaculada,
tallada en madera
y
rican1ente alha–
jada.
Y se
entra a
la finca de
Parpacalla,
propiedad
de la Orden
~lercedaria,
con
sus ruin as interesan- .
tes
de
Llactnré1cca_y,
pero
tnuy
3
bandonadas
y
destruid ns por la ambició u de espíritus que sueñan
con
las
fabulosas riquezas
de
los
Incas,
en la
pun–
ta inás
elevada
de
uno
de sus
cerros
y
que puede
pJ
viajPro divisarlas poco después de
salir de
Hua111ln1tío'"
Su hiendo- por la quebrada de
Parpacalla,
_v
después
de pasar
por
LJachocc.
se llega a
las rui–
nas
dePauccar-Cnncha,
muy '
desconocidas
aún
qe
los
n1ismos ·arq.ueólogos y en
co1n pleto estado de
H
handono
y
al
parecer, por sus construcciones de
piedra,
finamente labi·ada,
se
trata
de
algun
ado–
ratorio
o
de
la
residencia de
R
lg·ún
gran
señor.
~
(
.
Sigue
Sondar a Pnrpacalla,
tan1hién
propiedad
de
la
Orden Nf ercedaria
y
a pocos rninutos
111ás
se
llega al punto
que
une la carretera con el viejo
pueblo de
San
Salv;1dor
(fe
Chuquiba111bt1.-C,ho–
qque-pampa.
En las
altura~
de Sondo1· hny
tan1bién
otras
ruin
as en e
1
sí
ti
o
c1
en ot11
in
ad
o
ilftunaeh u
n1
fJ
e
l
faja
1nadre ). 11an1arlas
Ko.ri-IIua~yrachina.
(a
ventade–
ro
a~
oro), en
for
ma decírculo <le
un dián1etro
de
10
n1.
n1ás o
menos
y
3
.111. -
de
alto,
de piedra
la–
bra fina.
El
pueblo de
San
Salvador,
s1lenciosa mente
dorrnido en las fa1das de sus abruptas montañas,
que se
conten1pla
en las corrien.tes
el río
y
que