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entre el hon1bre
y
la divinidad. una roca de Horeh
que
brotara
corrientes de gracias
y
de atnor en
todas dírecciones, una tierra de
pron11si6n
que
manara la leche
de
las santas esperanzas
y
la
1niel
de
las dulces
consolaciones, un
Calvario empapa–
do en
la sangre
redentora del perdon,
un Cenáculo
encendido
con la
se1nilla
divina del
"A111aos los
unos a jos otros'',
un Pentecostés de santas inspi–
raciones
y
de
un
a 1nanecer
de
fuego
para las
aln1as
han1hrientas
de vida y de salud.
Samanoyoc,
[lJ
el lugar übligado
del
descan–
so, el su blitne n11rador de la quebrada, el centinela
que desde hace
tantos
siglos ha
oteado
sin cesar
a las
generaciones
y
a las razas que se
sucedieron
unas en
pos
de
otras y
que
pasaron por
aquí, de-
. jando en
sus
andenes de pie<lra
y
en el
sembrio
de
sus
fracrnentos
de ceran1icas
pintarrajeadas,
algo
así
como
un pedazo del alma de los
siglos
ya
idos,
n,os brinda un . refrigerador reposo sobre su
terra-·
z·a alfon1brada con amarillenta yerba que corona
la roca <le granito cortada a pico sobre el espan·
toso
precipicio.
·
Poco de.spués estábatnos en
Huairacpuncu,
as–
pirando a plemo puln1on
y
a cerca de
cinco
tnil
rnetros de altura el aire embalsado con las yerbas
· olorosa de
los
pajonales de
las
punas,
y
penetrá–
ba
1nos en las abertura de
las
abandonadas
boca-
111inas
del
mismo
nombre.
Poco antes
habían1os
visitado las
n1isteriosas
ruinas de
Qquencco-Ra.
ccay,
desconocidas
cuanto
interesantes, con sus
salones.
y
sus callejuelas de piedra
(2).
l)esde ]as al tu ras de
Attas.
dá barnos una
u
1ti ..
t1ma
n1Írada a
la verde quebrada que se envolvía
en esos mo1nentos en un espeso tul de blancas nu-
(1~
AronRPjamos
a
108 v·isitantes
de Huanca una escursión bai:ita
•~1
mf} ra.villoso
par
aje.
(2; E'.'1
lrt,st.ima
grande qne ninguno de
10s
a.rqnéologos cuzqueños
haya
visitad0
esta~
ruinas que permanecen
ocult.a~
entre
los
mato–
rrales.