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anciano D. Gregorio Farfán
y
Prada
y
de sus her–
mqnas Benigna
y
Luciana,
y
en aquel entonces
d~
los
antepa~ados
de
la familia Farfán.
{J
n
personaje
distinguido
con10
D.
J..>edro
V
ale–
ro, es de suponer que fué recibido con
los
honores
que
rnerecía
su persona
y
que la
familia
Farfán,
una de las princípales de aquella parte de 1a Que–
brada de Calca hicieron derroche de atenciones
con su
huésped,
A
poco inás
Valero narraba a los dueños de
casa
el
objeto de su
visita,
al
n1ismo
tiempo que
los indios en el patio y en la cocina explicaban a
su modo la p.resencia del acaudalado señor:
l\1uevas
señales
de ason1bro: Huanca eran esos
cerros y bosqu .s
del
frente pero del médico Enrna–
nuel. nadie daba la rnenor noticia.
La
fa111i'lia
Farfán informo en tonces al visitaG–
t1e que
en los peñascales que cortaban el horizonte
en las alturas ele Iluanca había n1uchas 1ninas
abandonadas, sobresaliendo los de
Yanantin,
que
fueron propiedad del noble
1narqués
de Valle Um–
broso
y
que en las rocas de
1-luanka Rumí,
había
una desierta
caµi1lita
en que se veneraba una pin.
tura antigua del Señor; añadiendo a su rela to, la
narración de las apariciones en la Roca, al indio
Diego Quispe.
A fuer de buen minero
y
de fervoroso cr_eyente,
D. f•edro tnRnifestó deseos de visitar las minas
y
la
capilla
al día siguiente.
,
Al rnenos así no daría por tan perdido su
vía-
Y
así
lo hizo: al
amanecer del
14 de
Setie1nbre
de
1717,
Valero
acorn
pañado de algn nos mien1-
bros de la fa
n1il1a
}'a
rfé1
n v de otros vecinos del
""
pueblo inició la
ascención
hácia
la roca de
Cnsi--
H
uarco,
con ftnirr10
de 11ega
r
hastéJ
la
1najestuosa
punta del
Pachatusnn,
el que
sostiene
el mundo,
perdida en la región
de las
nubes.