choza.que
encerraba
la pintura de 1a sagra.
da
l{oca estaba
coinpletarnente
abandonada,
lle–
na de
n1alezas
y
de enredaderas de tun1bos que
ocultaba enteran1ente la
In1agen
que
estaba, ·
po ·~
decirlo así, detrás de una
espesa
cortina de
verdura.
Valero se
~cercó
a
1a
roca
y
devorado por la
sed
y
por la cu riesiclad de con tetn piar la
Imageri_,
alargó la
n1a no
a uno
de
Jos
tentadores tu
inbos
tille
colgaban
y
tiró. Y; ¡oh prodigio! La enre–
ciadera e
11
tera ea
y
ó
y
dejó a Ias
rn
irad as de
I).
I)e
d
ro
y
de
sus
a
co
in
pa
ñ
a n
tes
el
es
eu
b
i
er ta
1
a
pin -
tnra del Séñor, presentando, ante
los
aterrados
ojos
de Valero:
la
fisonornía
perfecca
de su bonda–
doso bienhechor, el n1édico
Enn1an
uel.
Cayó en tierra V
c-dero
con el
ro~tro
inundado
en lágri111as de felicidad
y
de gratitud, tnientras
que de sus lahios se
escapRban
estas palabras,
cortadas
por la honda emoción de que estaba po–
scido:
...:...¡Es El!
¡Es
El!
La tradición dice que pasado el pri1ner n1omen–
to
de
irnpresión,
ante
el aso111bro de
todos
sus
con1pañeros, Valero
narró
la aparición
del
Señor
de 1I uanca en Cochaban1
ba. su
n11
lagrosa
cura–
ción
y
la
a
nH>rosa in
vitaci<)n para
visitarlo
en su
,
casa de
Huanca.
Esta
era
la
cuarta
y
ulf
1na tnanifestación del
S
:ñ
o r
y
e
1
pu n to de partid a de 1a pu h l
i
c
i
d'a
el
de s n
en
1
to, que debí a 1l eva r e1 no
111
b re de fI uanea hasta
111iis
allá de donde clavara
los
pendones del IJios
Sol Ja rélza incana.
Sabemos que Val':ro
n1uy
pronto
regresó
al
Cuzco, donde se acercó al Con vento de la l\Ierced
en busca
del
Comendador M. R. P. Juan Suarez a
quien narró
todo
lo acontecido,
y
en compañía
~uya
y
del M. R. P.
Provincial
del Cuzco, :Fray
José del
R
i
V
ero' a
1
obispo
de1
e
u
zeo'
I1
t
ITI
o.
Dr.
J).
l~ray
Gabriel
~rregui.
·