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- 16-

- Call a, muj er, ordena 1mevamente el' :i;apaLero,

mientras el muehacho, lauzándose fuera de la tie11da,

en busca de agua, murmura.

co nfu ~ ·1mente

entre soll o–

zos 'i iMe he de ir....ro e he de ir a Guayaquil!''

*

E s E'n el barrio de las panaderías.

De uoche hay ve lada en el horno. El amasijo du–

rará hasta la . madrugada,

y

a él concurrirá el zapate–

ro

y

su muj er,

y

con éllos, r l chico flagel ado, "el Ju–

das'' como em:a:r:niza amente le ll ama la zapatera, su

madrastra a op

i

a. Pero "el Judas" prestar á con sus·

servicios en el amasijo mayor brillo y ostentación a l

comedimiento de Jos esposos zapateros.

La tah'.ona se anima. Llegan vecinos

y

vecina ~ .

L as retronchas panaderas--decano

y

las aprendices de

panadera, lindos pimpoll os de pueblo, los más de éllos, ·

flores de pecado, encarnación del desliz del señorito y

de la caída de la hermosa de tienda-El pecado de tras

de las esteras-Y por éllas, y por sus lindas caritas de

oro candeal o de blanco--flor de harina privase el cu–

rrutaco de barrio o el .gárrulo colegial.

La panadería se anima.

,

De adentro, . de la descomunal artesa, destácase .la

figura de un atleta de vecindario, con sugerencias de Ca–

ronte, que va y viene con recia marcha, paso de oso.–

Pisa la masa, para efectos de coherencia, un

mm~ho

ex–

plotadora, que ha de tener la miga del pan.-

y

sobre las mesitas a_flor de suelo, como t>n dis–

puta de enjambre, es el mareo de las incontables manos