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- Call a, muj er, ordena 1mevamente el' :i;apaLero,
mientras el muehacho, lauzándose fuera de la tie11da,
en busca de agua, murmura.
co nfu ~ ·1mente
entre soll o–
zos 'i iMe he de ir....ro e he de ir a Guayaquil!''
*
E s E'n el barrio de las panaderías.
De uoche hay ve lada en el horno. El amasijo du–
rará hasta la . madrugada,
y
a él concurrirá el zapate–
ro
y
su muj er,
y
con éllos, r l chico flagel ado, "el Ju–
das'' como em:a:r:niza amente le ll ama la zapatera, su
madrastra a op
i
a. Pero "el Judas" prestar á con sus·
servicios en el amasijo mayor brillo y ostentación a l
comedimiento de Jos esposos zapateros.
La tah'.ona se anima. Llegan vecinos
y
vecina ~ .
L as retronchas panaderas--decano
y
las aprendices de
panadera, lindos pimpoll os de pueblo, los más de éllos, ·
flores de pecado, encarnación del desliz del señorito y
de la caída de la hermosa de tienda-El pecado de tras
de las esteras-Y por éllas, y por sus lindas caritas de
oro candeal o de blanco--flor de harina privase el cu–
rrutaco de barrio o el .gárrulo colegial.
La panadería se anima.
,
De adentro, . de la descomunal artesa, destácase .la
figura de un atleta de vecindario, con sugerencias de Ca–
ronte, que va y viene con recia marcha, paso de oso.–
Pisa la masa, para efectos de coherencia, un
mm~ho
ex–
plotadora, que ha de tener la miga del pan.-
y
sobre las mesitas a_flor de suelo, como t>n dis–
puta de enjambre, es el mareo de las incontables manos