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A media noche de:;pierta e l muchacho co n la pi cadu–
ra de los mosquit os. Y en e; ( laro--oscuro de la noche, un
pajarraco n egro asoma,
pó
ase en un árbo l.
y
la11za su
t.erribl e onomatopeya: "al hoyo vas' ! Es la Valdivia .
El muchacho, presa de pavor, sa li 8ndo -ele el co–
razón a latidos, modu la reflejaru nte el nombre de Ja za–
patera, su expatrona--demo11io, como si ll amasA a suma–
dre. Pero sólo le hace coro la risotada de otros viaj -
ros que han despertado.
Y el chico se encomienda ele .corazón a Dios y a
la Virgen, y tiene remordimientos del espejuelo, roba–
do en la tienda de los zapateros, sus ex--patrones,
y
de l
billete de
a
s ·e , h ·tado también del bolso de una
panadera la noche
a
1 amasijo aquel, dinero con que
contaba para.
agar e pasaje de segunda del vapor.
* *
Por fin se ennuentra en Guayaq uil.
Alojado en la casa de la :familia artesana, a la que
se h a adjuntado en el camino, recorre con un chico de
barrio las calles de la ciudad. Y se emboba ante el mag–
nífico monumento de los Próceres, en el gran parque del
Centenario.
-¡Estas cosas no hay en Cuenca! ....
Y pisa muy levemente el pavimento asfaltado del
bulevar Nueve de Octubre , y por nada del mundo se re–
suelve a sentarse en las elegantes banquetas de los par–
ques. Por último trota, con confianza de aclimatado, por