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-22-

A media noche de:;pierta e l muchacho co n la pi cadu–

ra de los mosquit os. Y en e; ( laro--oscuro de la noche, un

pajarraco n egro asoma,

ase en un árbo l.

y

la11za su

t.erribl e onomatopeya: "al hoyo vas' ! Es la Valdivia .

El muchacho, presa de pavor, sa li 8ndo -ele el co–

razón a latidos, modu la reflejaru nte el nombre de Ja za–

patera, su expatrona--demo11io, como si ll amasA a suma–

dre. Pero sólo le hace coro la risotada de otros viaj -

ros que han despertado.

Y el chico se encomienda ele .corazón a Dios y a

la Virgen, y tiene remordimientos del espejuelo, roba–

do en la tienda de los zapateros, sus ex--patrones,

y

de l

billete de

a

s ·e , h ·tado también del bolso de una

panadera la noche

a

1 amasijo aquel, dinero con que

contaba para.

agar e pasaje de segunda del vapor.

* *

Por fin se ennuentra en Guayaq uil.

Alojado en la casa de la :familia artesana, a la que

se h a adjuntado en el camino, recorre con un chico de

barrio las calles de la ciudad. Y se emboba ante el mag–

nífico monumento de los Próceres, en el gran parque del

Centenario.

-¡Estas cosas no hay en Cuenca! ....

Y pisa muy levemente el pavimento asfaltado del

bulevar Nueve de Octubre , y por nada del mundo se re–

suelve a sentarse en las elegantes banquetas de los par–

ques. Por último trota, con confianza de aclimatado, por