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vayas a preparar
chumaladas
para tus corrompidos a–
migos, en mi robada quinta de San Roque.....
Era la mujerona que había perdido el pleito. Ha–
bia aprovechado de su disfraz de hombre,
y
de la co -
tumbre de echar agua, para su horrible venga11za. La
prioste de Niño no era otra que su contraparte judicial.
Y mientras que en una cama de hospital el ácido
sulfúrico corroia para siempre el agraciado rostro de la
prioste de Niño, la vengativa mujerona, que ·había
fu–
gado hábilmente; retirada, por la noche, en casa de una
amiga, hacía el recuento de la jornada;
y
decía, mien–
tras se quitaba el disfraz de hombre:
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¡¡Pero la hice....la hice un buen hecho!!... ...