ESTUD/OS INCAICOS
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El
llamamichi,
a pesar de sos protestas de que
el
solo babia tirado contra una
llama rosada,
a la
coal
Supay
seguramente babia trasformado en la
virgen del Sol,
foe
lapidado: pena a que se bacian
merecedores los sacrilegos.
Mas no debia quedar impune el crimen que, en
nombre de la justicia, se cometia con el desven–
turado Anayarca, inocente de sacrilegio. De so
cuerpo lapidado y de entre las piedras bajo las
cuales qued6 sepulto para ejemplo de cuantos por
alli pasaran, al dia siguiente brot6 un
thihui–
rini
(
1).
Enterado el
curaca
de aquel becbo tan ins6lito
como el de que on dia para. otro nac.iese on arbus–
to, quiso observarlo. Y, en presencia de todos,
vi6se c6mo el
curaca
toc6 una de las bojas del
thihuirini
y c6mo se contrajo ella y lo apres6.
Cuando pudieron desprenderle de alli, tenia la
mano seca.
Y desde entonces el
thihuirini
conserva la pro–
piedad que lo
ba.cesingular y temible: sos hojas,
no bien sienten que on cuerpo blando las toca,
se contraen, lo apresan, le absorben la vida y,
cuando vuelven a abrirse, de ellas se desprende el
esqueleto de su victima.
En el
thihuirini
mora el espiritu, aun lleno de
estupefacci6n y anhelo de venganza, del que fue–
ra Anayarca, el
llamamichi
injustamente lapidado.
( 1) El
thihuirini
es un arbusto espinoso, de· largas ho–
jas que se abren como manos que presentasen las palmas.