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ERNESTO MORALES
vanidades· humanas, al ver que
a
Inca poderoso,
no era tampoco libre, cuando habiendo querido
no mandar, fuerzas ignotas de tradid6n le orde–
naban mandar. jNi
et
era libre! Y desde este des–
cubrimiento, hizose mas sabio, ya que deseando
renunciar a todo, las fuerzas que rodean a los
hombres y los gobiernan sin ellos advertirlo, lo
obligaban a que lo poseyese todo y fuese monarca
absoluto, venerado como un dios. c!No era este un
justo motivo de sabiduria? c!Cual
amauta,
que
haravec,
podia ensefiar al principe un mas pro–
fundo credo filos6fico, que mas le ensefiase que
este del amor que apena, del dolor que postra,
del desengafio que angustia, de la muerte que de–
vora y del sardstico anhelo de ser libre y no po–
der serlo, por tener que gobernar a los demas hom–
bres?
Ejemplos de su sabiduria nos ban legado las
tradiciones orales que de ancian,o en anciano se
repitieron hasta el inca Garcilaso de la Vega -
que de
et
escribe con asombro - y narra esta anec–
dota, paradigma de su sagaz juicio:
Se celebraba la fiesta llamada del Raymi, que
era la mas importante de las consagradas al
sol ( 1). Huayna Capac, ya rey entonces, alz6 su
( 1) Duraba nueve dias, durante los cuales ningun cre–
yente se hubiese atrevido a alzar sus ojos hacia el astro.