ESTUDIOS INCAICOS
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ha la doncella, corriendo por entre los arboles, a
modo de una vision, graciosa y alada.
lNo
seri una criatura de
Supay?
-
pens6
el
llamamichi
-.
Mas desech6 el pensamiento:
No - volvi6 a decirse -, es tan linda que
Supay
no puede tener criaturas asi.
Y como ya
la
habia perdido de vista, se encara–
m6 a un alto
molle,
a fin de atalayarla. No la
veia mas. lHabria entrado en la Casa de las esco–
gidas, cuya mole se divisaba no lejos?
l
Seria ella,
acaso, una de las virgenes del Sol, de las destina–
das al Inca?
La idea de que la hermosa joven pudiese ser
una de las escogidas y lo hubiese besado a
et,
le
aterr6. No ignoraba el
llamamicbi
los castigos que
la ley imponia al vasallo que os;ise violar la pu–
reza de una de las destinadas al Sol padre o a su
hijo, el Inca.
Empero, Anayarca, el humilde pastor de
lla–
mas,
sentia que una pasi6n subita lo acababa de
poseer. Silb6 a sus
llamas
que, d6ciles y prestas,
acudieron al silbato; y tom6 el camino de su cho–
za, atribulado y melanc6lico ...
No se habia equivocado el
llamamichi
al su–
poner que
la
doncella fuese una virgen del Sot
Lo era, en efecto; llamabase Amancay Muchay,
que quiere
dec.ir"beso de azucena", segun
la
poe–
tica costumbre de poner nombres compuestos que
tuvieron los quichuas.