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ERNESTO MORALES
duce el admirable concepto que los quichuas te–
nfan de la virtud, salvadora hasta del vicio, si co–
laborando con
Pachacamac
lucha contra
Supay.
Antes aiin de Manco Capac, un anciano cacique
gobernaba a la tribu que vivfa en las inmediacio–
nes. Venerable y justo, este anciano
foe
el prime–
ro en reconocer el origen solar de Manco Capac y
de rendirle obediencia y ayuda. El
Inti,
mas tarde,
reconocerfa su virtud.
Este anciano tenfa siete hijos y ninguno de
ellos era digno de tal padre. Uno era perezoso,
lujurioso otro, otro avariento, otro soberbio, otro
goloso, otro colerico y envidioso el ultimo. Para
satisfacer sus vicios, babfan pactado con
Supay,
el dios malo, el Senor de las Tinieblas, el que go–
bierna en
Hucu Pacha,
el mundo de abajo.
Supay
-
como el diablo de las leyendas me–
dioevales - ayuda a quienes lo solicitan, pero a
cambio de su alma. No importo aquello
;i
los siete
hijos del virtuoso anciano y, ansiosos de satisfa–
cer _cada coal el deseo que lo corrofa, ofrecio su es–
piritu al dolor eterno, a cambio del goce perecede–
ro de la breve vida terrestre.
Y a uno de ellos
Supay
lo llevo a un lugar don–
de el perezoso nada tenfa que hacer: la naturaleza
lo daba todo en abundan,da. Al otro brindo mu–
jeres hasta saciarlo. Al otro dio riquezas. Al otro
el poder para que en
et
se cebara su soberbia. Al
otro la salud para que satisficiera su gula. Al otro
dio mando omnipotente, a fin de que sus vasa-