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la
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n
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que ella estuvo siempre expuesta a sus a -
t
nes
y
que tentaron tamhién incendiarla. S i ndo la Sie–
rra del Aconquija la única región mon
e:
ñosa do
los alrededores deTncumán, son, sin dud a., e tas mon–
t~ñas
las que habitaban los Lnles
nombra~1os
por Te–
cho. Doce aüos después de Barzana, los
j e,~ nítais
Fer–
nando Monroy
y
Juan Viana visitaron a estos Lnles
qne ha,bfan ya casi abandonado la religión cristiana
y los convirtieron de nuevo. Los misioneros pudie–
ron
l~acerse
comprender de la
mayo~
parte
de ello-s
por medio del
quichiia·
y del
tonocoté)
pero debieron
emplear intérpretes para aquellos qne no sabfan
más que el
ccwano.
Parece, entonces, que los Lu1es
del Aconquija hablaban, hacia esta época, el
qiiichitei
porque habían estado sujetos a los Incas·, el
tonoce>té
porque tenían relaciones comerciales con los Tono–
cotés, y el
cacano
probablemente porque era su pro–
pia lengua; en cuyo caso, estos Lules de Techo no
serían más que una tribu de los Diaguitas, lo que
me parece bastante verosímil. El señor Lafone Que–
vedo participa de esta opinión, que él apoya con
buenos argumentos
[oJ>.
I, págs .
185
y sig.J.
Sin
embargo, haremos notar _que
T~cho
distingue los Lu-