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A 1v rtiremos, por fín, que Juan Christensen asigna al

pue1 lo r feri

lo

una u icación parecida a la qne nosotros

le damos

(op .)

pág.

13).

e

mo

observación úl ima agregaremos todavía qtrn

si

el p

1e

lo e

Tuomana haho

no ha d jado ras ro en la do–

cumentación colonial que ha llegado a no otros, ello

puede sei· impl men te por haber sido un pueblo sin ma–

yor importancia, bien pronto destruido por los conqnis–

tadores ; o porque él no

fué

otro que el de

Suoma

o

Sucii–

ma.:

del cual hemos hablado en una de las notas primeras

(en la 4) , - siendo esto último, para nosotros, poco me–

nos que indudable.

(42) Levillier es de la misma opinión de Jaimes Freyre,

con respecto a la nbicación de la

ciiulcul

del Barco. Pero

ta1 poco nos convence . Porque, en el mismo te timonio

de Miguel de Ardiles (que cita como prueba conclnyente),

donde éste dice que «poblaron en la

pwrte

e

valle

ele Tn–

cumán una ciudad que llamarnn la ciudad del Barco

do

agora esta poblada la ciudad de San Miguel de tucnman

»,

ese

do

puede referirse tan sólo al

valle

o

ooniarca,

del

i jo San Miguel.

Po r otra parte, nna razón muy lógica de q ne el viejo

San Miguel no se fundó sobre las ruinas del primitivo del

Barco , estaría en que los documentos de dicha fundación

no aluden para nada a del Barco,

y

sólo hablan del

a.siento

y ·

ca1

po

llamado

]batín .

Finalmente, la determinación exacta del

sUio

en que

estuvo del Barco no tiene, para nosotros, mucha

i?npor–

foncia h

1

ist6ricct .

Determinada la

región)

la

zonct ,

en que

fuera plantada esa aldea precaria, de un año, el

s-itio

es

lo de menos .