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EL
TEM
LO DEL OL
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Descripción general
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Entre todos los monumentos arquitectónico de la Sudamérica
1
reco–
lombina, por
c~erto
no hay ninguno que tanto haya agit ado la fanta ía
del mundo como el templo del Sol , en el Cuzco. Por un lado, l culto
net.amente pagano de adorar al Sol, tuvo que e candalizar
a.
lo conquis–
tadore e pañol e , muy cristianos y muy católicos; má tarde la curio ·i–
dad, humanamente bien explicable cuando se trata de co as nunca vi -
tas, preparó el espíritu para la investigación científica y objetiva. Por
otra parte, y esto era el factor decisivo, los tesoros del precioso metal en–
contrados en Coricancha - así tSe llamaba el templo del Sol -, habían
excitado
]a.
avaricia de los conquistadores,
y
la fama de tanta riqueza,
abuJtada y poliforme, se difundió por todo el Orbe. Como consecuencia
de todo esto, se llegó a considerar al edificio mismo del templo, como
obra maestra de arte arquitectónico, imaginándose a la vez que la abun–
dancia de oro y piedras precio as había superado las fastuosas descrip–
ciones del lujo oriental que la
fanta~ía
de Seheherazada supiera presen–
tar a la credulidad de los epígonos.
El examen científico empezó a ocuparse del asunto relativamente
tarde. La tarea resultó difícil, .pues los invasores ?abían saqueado el
te plo, los monjes destruído el edificio y hecho de las ruinas, Ja casa de
su propio Dios. En las antiguas crónicas, por cierto hay numerosas
rl.es–cripciones sob1
1
e tanta brillantez desaparecida; pero todos esos informe
deben ser consult.ados con reserva pues sus autores, tanto
e~pañole~
como indios conocedores del idioma castellano, se basaban a menudo en
lo que habían oído decir, y al co.tejar esas antiguas fuentes hállanse en
eguida varias contradicciones. Factor notable es también que ólo el
cronista principal pudo er consultado, pues los
Oomenta.rios Reales
de
Garcilaso de la Vega, descendiente, como afirma, de los Incas, fueron
publicados ya en aquella época para ser reeditados varias·
veces~
lo que
no sucedió con otras crónicas. Consiguieron así gran influencia, mientras
que los manuscritos de otros cronistas, ante todo los de Cieza de León,
hasta hace muy poco tiempo no vieron la luz y no han podido ser apro–
vechados por la investigación científica. Pero aun así, queda mucho por
hacer
~odavía,
pues el estu iio de todos e os documentos no es tarea en–
ema, sobre todo cnanrl.o ns autores eran indio como el famoso Pacha-