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mo r u mano con el cordel midió
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(p .
) · de
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u ' en allu o Sallu ma a i cinco le: ..;na d l uzc «midi '
la piedra para el edificio de ta ca a»· «andó ' l i mpr y lo d m,
' ñ
re encima de la obra mirando como la editi aban· ... la cual o ra
e mo allí tn '\ ie ·e juntos lo mat riarles
y
m ne tere della. que e1 br v
tiempo fué acab da» (p . 66).
Mand' despué a los platero qu hici en «un niño de oro ma izo
vaciadizo que fue e 1 tamaño del niño del altor
y
proporción de un niño
de un año
y
de nudo · porque dicen que aquel que le hablara cuando ' l
._
puso en oración e ·tando en el ueño, que viniera a él en aqu Ha figu–
ra de un niño muy r plandeciente, y qu él vino a él de pu , e tand
de "pierto, la noche an
.s
que lie e la batalla a
co ilca.. .
y
an
í
man–
dó hacer e. te í lolo iel t, maño
y
fi~tu
de un niño de edad de un año ·
el cual bulto e
t
rdó de hacer un rn
en el cual me tnvieron grande
acrificio
y
ayuno
»
(pp . 68 -69) .
D pu el mayordomo lo tomó con muehas reverencias y lo vi. tió con
una cami "eta muy ricamente tejida de oro
y
lana
y
de diversa labore ,
«y pú ole en la abeza ci rta atadura a u o y costumbre
le
llo ,
y
lu -
o·o le pu o una borla egún la del e taclo le los Señore , y encima d lla
1
pu ·o una pat na de oro,
y
en lo. pie le calzó uno zapato ·
iuxmta
que ello
llaman~
an..ími mo <le oro» (p. 69). Y e. tando a
í
el bulto llegó
e l Inca Yupanqni, descalzo; le hizo sus mocha y
0
ran rev ren ia; l
llevó al
t
mplo y lo pu o en un e caño «hecho l madera
y
muy bi n
cubierto d unas plumas de pájaros torna 'oles de div r. a maner s
colore ». Fué pue to despué. ant
1
ídolo un bra ·ero de oro, n cuyo
,
fuego e echaron «cierto pajarico y cier_tos granos de maíz», derra-
mándose al fuego tambi
'.n
cierta cantidad de chicha; «todo lo cual dijo
( l inca.l que comía l olJ e qne haci ndo aqnello, le daba de coro r ·
y
de allí adelante
tuvo aquella co tumbre ordinariam nte ... Y dende
allí a.d lante
adorab~m
en aquel ídolo» (p.
70).
E te detallado relato que bemo e rtractado en gran parte, es intere-
ante porque deja ver la confn ión entr Viracocha y el a tro olar, o
mejor dicho la identidad de ambo : en otros pá.rrafos (no reproducidos)
de u larga narración, B ta.nzo ._ al hablar d aq nel
í
lolo lo llama «el bul–
t o del._ ol»
(pp.
67 y 68), y toda e as ofrenda de aves, maíz y chicha
fueron hechas porque la «comía el sol» (p.
70).
Por otra parte, Betan–
zo · nunca menciona uµ.
disco)
-se~t
de Viracocha o lel ol; lo que de cri–
be con amplitud de detalles e nna
estatua;
u
Sitrna
y
relcwión de
los Incas
no permite hacer coi clnsión al o·una i en aquel antuario
principal había o no, ademá de la e
t~ttua
del ol-Viracocha un li co
del mismo; lo que a primera vi ta e mny poco probable. Y con e ta
<?.on ideracione llegamo · al fon lo del problema.
Nadie que yo .. ei a hi1
du~ado
que Betanzo ,-al d scribir aquel templo,