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.,

- 26 -

m1

mo r u mano con el cordel midió

J

tr< z '

la

d

1 ob

(p .

) · de

I

u ' en allu o Sallu ma a i cinco le: ..;na d l uzc «midi '

la piedra para el edificio de ta ca a»· «andó ' l i mpr y lo d m,

' ñ

re encima de la obra mirando como la editi aban· ... la cual o ra

e mo allí tn '\ ie ·e juntos lo mat riarles

y

m ne tere della. que e1 br v

tiempo fué acab da» (p . 66).

Mand' despué a los platero qu hici en «un niño de oro ma izo

vaciadizo que fue e 1 tamaño del niño del altor

y

proporción de un niño

de un año

y

de nudo · porque dicen que aquel que le hablara cuando ' l

._

puso en oración e ·tando en el ueño, que viniera a él en aqu Ha figu–

ra de un niño muy r plandeciente, y qu él vino a él de pu , e tand

de "pierto, la noche an

.s

que lie e la batalla a

co ilca.. .

y

an

í

man–

dó hacer e. te í lolo iel t, maño

y

fi~tu

de un niño de edad de un año ·

el cual bulto e

t

rdó de hacer un rn

en el cual me tnvieron grande

acrificio

y

ayuno

»

(pp . 68 -69) .

D pu el mayordomo lo tomó con muehas reverencias y lo vi. tió con

una cami "eta muy ricamente tejida de oro

y

lana

y

de diversa labore ,

«y pú ole en la abeza ci rta atadura a u o y costumbre

le

llo ,

y

lu -

o·o le pu o una borla egún la del e taclo le los Señore , y encima d lla

1

pu ·o una pat na de oro,

y

en lo. pie le calzó uno zapato ·

iuxmta

que ello

llaman~

an..ími mo <le oro» (p. 69). Y e. tando a

í

el bulto llegó

e l Inca Yupanqni, descalzo; le hizo sus mocha y

0

ran rev ren ia; l

llevó al

t

mplo y lo pu o en un e caño «hecho l madera

y

muy bi n

cubierto d unas plumas de pájaros torna 'oles de div r. a maner s

colore ». Fué pue to despué. ant

1

ídolo un bra ·ero de oro, n cuyo

,

fuego e echaron «cierto pajarico y cier_tos granos de maíz», derra-

mándose al fuego tambi

'.n

cierta cantidad de chicha; «todo lo cual dijo

( l inca.l que comía l olJ e qne haci ndo aqnello, le daba de coro r ·

y

de allí adelante

tuvo aquella co tumbre ordinariam nte ... Y dende

allí a.d lante

adorab~m

en aquel ídolo» (p.

70).

E te detallado relato que bemo e rtractado en gran parte, es intere-

ante porque deja ver la confn ión entr Viracocha y el a tro olar, o

mejor dicho la identidad de ambo : en otros pá.rrafos (no reproducidos)

de u larga narración, B ta.nzo ._ al hablar d aq nel

í

lolo lo llama «el bul–

t o del._ ol»

(pp.

67 y 68), y toda e as ofrenda de aves, maíz y chicha

fueron hechas porque la «comía el sol» (p.

70).

Por otra parte, Betan–

zo · nunca menciona uµ.

disco)

-se~t

de Viracocha o lel ol; lo que de cri–

be con amplitud de detalles e nna

estatua;

u

Sitrna

y

relcwión de

los Incas

no permite hacer coi clnsión al o·una i en aquel antuario

principal había o no, ademá de la e

t~ttua

del ol-Viracocha un li co

del mismo; lo que a primera vi ta e mny poco probable. Y con e ta

<?.on ideracione llegamo · al fon lo del problema.

Nadie que yo .. ei a hi1

du~ado

que Betanzo ,-al d scribir aquel templo,