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EN LA TIF.RRA DE LOS JNCAS

na pequeña muralla alrededor de su ca!'la y una terraza en

el frente que revelan buen gusto y deReo de comodidad.

El a.specto de todas las cosas es familiar

y

podemos real.

mente imaginarnos en una cantera abandonada, en nuestre

propio país.

.Aunque müchas de las piedras, labradas han

sido acaneadas desde la Conquista, quedan aún bastantes

para demostrar que las canteras estaban en pleno trabajo

al tiempo de su final paralización, y que los Incas estabán

t.odavía activamente empeñados

en

eng-randecer y hermo–

sear su .capital. No le doy

mn~:ha

importancia a las me–

morias de Cieza de León y otros; que ati1·man que muchos

de los palacios y templos del Imperio, tan lejanos como el

rle Quito fueron enteramente o en parte construidos con

piedras transportadas desde el Cuzco, adquiriendo con ello

cierto grado de santidad o acatamiento, como la tierra del

Campo Santo de Pisa, por haber sido

llevada en parte de

la Tierra

~anta.

Las traquitas

(1)

de que están construi.

dos los edificios del Cuzco en su mayor .parte son comunes

en todo el Perú, la semejanza de los materi.tles empleados

en dos

construcc~on

s Jactas, no in¡¡plica qup. dichos materia.

les fueron extraídos de un solo lugar.

Aunque no hay pruebas directas en la cantera acerca

del modo cómo se labraban las piedras, parece bastante

claro qne la mayor parte de ellas er·an picadas ·o canteadas

con un in'strumettto apuntado o un martillo antes de ser

cinceladas. Acerca de la manera cómo se separaban las pie–

dras de la cantera, hay aquí como en otros lugares abun–

dantes ejemplaR. Se hacían excavaciones donde era posi–

ble, dejando una parte de la roca pendiente. Se

practica~

ba una acanaladura en la supP.rticie superior según la línea

de fractura que se deseaba, en la cual se abrían agujeros

oblongos a considerable profundidad, tal como se pntcti–

can hoy. Es muy probable que se introducían cuñas de ma–

dera seca dentro de los agujeros

y

se vertía agua en la ra–

mua. La ma.dera al

incharse partía la roca.

E~

t

e in ven

to, es seguraTDente tan

antiguo

como el arte de

part.ir

piedras En esta cantera

encont.ré

algunos discos de

piedra

~on

agujeros en el centro

como par

a la colocación de man–

go¡;¡, quP. han podido ser usados para cantear, las piedras o

amat·tillarlas. La distancia de esta cantera al Cuzco, es de

cerca de unas veintidós millas. No es fl'l.cil decir cómo se

tra.nsportaban las piedras desde aquí, pero coro

los Incas

{1)

Los

ve~·dade?·os

nomlrres

cie~ü~ficos

de las rocas del Cuzco, pueden

ve~·

se en

la publicación ya citada

''

He~·beJ"t

E . Gngmy

y

la Geología del

Guzco"-.N.

del T.