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EXPLORACIÓN E INCIDENTES

DE VIAJE

barreras qne los confinaban. En este bolsón existP-n algu–

nas "terrazas Jacust.res" bien distintas, las cuales merecen

la atención de los geólogos y otros in,·estigadores. No pue–

do resistir la impresión de que tengo a la vista una parte

de Lombardía,

y

que los Alpe:> con un movimiento envol–

vente la han circundado y recluído y la han condenado a la

soledad

y

la quietud.

Rajamos la empinada senda que conduce al valle sin a–

sustarnos con un toro que pasaba mugifmdo, seguido de

cerca por un soldado eon fusil, quién gTitó

¡cuidado!

y

en

lugar de entrar en la pintoresca aldea que teníamos delan–

te se apartó a la derecha del lugar de nuestro deseanso, q uP

lleva el nombre cadencioso de Andahuaylillas.

Dejamos a nuestro paso cierto número de haciendas ex–

tensas y valiosas, fuertemente cercadas, con ar-cos en los

corredorPs y balconPs con ·enl'ejado de hierro que pref!;onan

la T'iqneza

y

las artes del hogar,

y

nos refugiamo:0 en una ca–

sa abandonada, que la mmjer del

corregidor

nos prestó pam

pasar la noche.

Su

a.rido había ido a una "función" de

toros, o a lo que emtrP nosotros se llama ' una pa1·randa, a

alg-una al ea leja na de la sierra, donde tenía un

compadre,

quizás una

comadre.

Nosotros teníamos una casa, y la ca–

sa tenía u;n

uelo. o

nde a falt.a de toda clase de muebles

excepto 'l.fna

gn1é.sa

a lfombra de polvo,

tuv~mos

el privile–

gio de acomodarnos como mejor pudimos. Al día siguien–

te salimos de prisa para proseguir nuestro camino, sin per–

der tiempo en despedidas innecesarias.

Este bolsón está separado del de Oropesa, que no es si–

no lacont·immción del del Cuzco, pur un cerro o abra, que: fué

el

Hmite dP-1 dominio del primer Inca

y

donde están las rui–

nas de las sólidas construcciones de defensa contra laa

a~:re­

siones del

sur. Antes de llegar a estas ruinas por una

. senda tortuosa qne zigzaguea por entre grandes rocas

traquítica.s

y

basálticas, está una de las principales can

te–

ras de los Incas, desde donde se llevaron la mayor parte de

las piedras PmplPadas en la construcción de los edificios del .

Cuzco. En todo el contorno hay enormes montones de astí–

Has cte piedra, que cubren más de una milla cuadrada, y en–

tre estos montícnlos están diseminados bloques de piedra

de t,odos tamaños y en diversos estados, desde el frag·men–

to recién arrancado de la cantera hasta el sillar primorosac

mente labrado, listo para colocal'se en el lugar a que ha si–

do destinado en el edificio. Aquí están las viviendas de pie–

dra bruta de los picapedreros

y

también la habitación más

presuntuosa del maestro cantero o mayoral que formó u-