EXPLORACION E INCmENTES DE VI.A.JE
huar.,--pamvav COA extrañas y SOlemnes ceremoniás e "invo–
CaCiones ant.ignas. Tuvo bueua suerte al principio; pare–
da que los, dioses extingu-idos revivían y
el
gonfalón tle los
Incas- ~uciendo
otra vez su irisado blasóu, parecía destina–
d(!) a ·flotar 1mevamente sobre los sólidos muros de la
fort.a~
leia q.el.Cuzco. Empero y,la traición, más que la fuerza, hizo
f.racrtsar la
e~
usa del capitán Indio: hecho prisionero,
y,
de::~pués de
~er
obligado a presenciar el sacrificio de su mujer y
q_e
s·.:t
1
hijo, fné ejecutado, en
21
de Mayo de
1781,
y descuar–
tizado por caballo!'. en la plaza del Cuzco, ante los muros de
su Sa-nta Catedral, dedicada al servicio de un Diqs justo
y
misericordioso. SaliendodeCachanoencuntrarnos nada p11r-·
ticularmecte interesante hasta que llegamos a u.n lugar don
de las montañas de ambos lados del Vilcanota se juntan y
apenas le dejan paso por un cañón cortado en · la roca. En
varios pq.ntos observamos ruinas de antignas poblaciones.
Los sitios q¡:¡e éstas ocupan son casi invariablernent.e alg·u–
na eminencia ue roca en el valle, o los promontorios escar· .
pados o esitribaciones de las moJlltañas entre masas de roca
y montícul'os de pieclra trabajosamente apiladas para hacer
lugar a las ca saJs, \as cuales en estos parajes se emplazaban
sin orden, pero con el visible propósito de economizar ten·e-
no arable.
.
Cerca de pueblo e Quiquijana encontl'amos una secci6n
quebrada del terreno en medio del valle, una especie de mo·
rro que domina el río, escabroso y esteril, ·que fué el sitio de
una población grande con un templo y una plaza públicai
todo raramente· construido. Los acantilados que miran
hacia el morro y que circundan el valle, están atestados de
tumbas de los antiguos habitantes. Estas consisten en pe–
queños nichos cuyo exterior es de .piedra, cgnstruidos en
las partes salientes de las rocas, o contra los riscos, doquie–
ra haya espacio suficiente para una pared. Muchas están
en sitios aparentemente inaccesibles
y
no secomprende'cómo
se llegaba a ellas y mucho menos cómo fueron construidas.
Producen un efecto notable
a¡
la luz del sol, ' adosadas con–
tra
el
fondo oscuro y abrupto del acantilado.
.
Volviendo bruscamente a la izquierda dejamos el angos–
to valle del Vilcanota, qne aquí ya es un río g-rande y po–
der:oso con su puente caído de cal
y
piedra,
y
otro en uso
de
mimbres,
o varillas torcidas de arbustos, y siguiendo por
una cuesta empinada, llegamos al pueblo de Urcos, una al–
dea serpenteante con más tiendas de chicha que habitacio–
nes pasables. Como teníamos que pasar la noche en Anda–
huaylillas, que es el nombre musical de un pueblo que está
a doce millas, no perdimos tiempo eQ (freos, sino que a-seen-