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EN LA TIERRA DE LOS JNCAS

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las caras de la pared que forman los pasajes, que aon de

grandes piedras ln bra.du.s, el J·est.o de la

con~trucción

es de

piPd1·a bruta y barro. La parte alta de la pared en toda

su extensión, tiP ne el rniE"m o nivel, por consiguiente, la al:

tura de la muralla disminuye gradualmente al acercarse a

loA cerros de nno y otro lado. El espesor disminuye

tam~

bién proporcionalmente. Al otro lado de la muralla están

la ruinas de laR casas de

lo!'~

centinelas, o cuarteles en que

se alojaban los defensores del pequeño reino contra los

Chinchas, que fueron sometidos por el Iuca sucesor.

Pasando las puertas lleg·amos a un camino de gradiente

regular, que en lugar de descender la . empinada ladera a la

laguna de Muyna por el camino existente, tuerce a la dere–

cha

y

fa Idea las colinas, hasta un promontorio . plano en

que ::;e encuentra un grnpo de easas antiguas, redonaas,

cuadradas y oblongas. hechas con piedra bruta, salvo en

lAs po1·tadflR de las-pnet·taR

y

ventanas, que son de piedra

lubradn. Una. milla

má~

aclPlante, en u11 banco menos ele–

vado que domina la,gun de

~uynaer¡.

e1 valle-de Oropesa,

encontramos las

~in

. le

1

¡rran ciuclad de Muyna, en la

que se refugió

Pi

p,u s· Jánciq:¡

l

ad~·e

de Viracocha, cuando su

capital fué amagada por los insurgentes ®hinchas, y donde

después fué confinado po ·el jo,·en nca en honorable cauti–

Yerio, cuando des ués de derrotar a los Obinchas ciñó et

llauto

imperial 1)

La ciudad de Muyna era grande. Sus ruinas cubren den–

samente cerca de una milla cuadrada de terreno. Las casas,

con excepción eJe una o dos en el centro de la ciudad eran de

piedra y barro, regularmente ordenadas, con calles anchas y

pavimentada:>, que se cruzaban en ángnlos rectos. Alrededor

<.1

la cinda.d hay una muralla alta de piedra, que tiene aún

de veinticinco a treinta pies de altura en algunas secciones,

con un parapeto en lo alto y un espacio detrás, para los de–

fensores, a donde se llegaba, como siempre, por una serie de

piéd

r.aR

salientes, colocadas en forma de escalera.

LH ruin as de Mn:vna me produjeron la impresión de ser

la. más antigua del Perú

y

no es imposible que estuviera

(1)

Elllauto,

una de las insignias distintivas de los Incas, consis–

tía en una inta con fte o , de una pulgada o do de ancho. que

pa.sa

·

ba n do o tre dobleces alrededor

de.la

frente, ll egando os flecos ca-

i ha ta la eja

:

Lo

ayllus

de sangre real, tenían el prh'ilegio de

u"ar elllatlto, pero de olor negro. A los des endiente próximos del

In ·a e le permitía u. ar

elllauto

amarillo, únicamente el del Inca e–

ra d eolor rojo. El Inca 11 ''aba también una especie de bola del mis–

mo olor br la frente, con do pi urnas grandes de las alas del ccori–

qu nca o águila de los Andes. --N del A.