PLATA Y BRONCE
Bruscamente. a borbotones, atropellando las gutural•es
palabras de su lenguaje híbrido.
-No
hay que dejar que niño Raúl se i.h;:ovc a !a lVía–
nuela. Ha de estar con
él.
Ha de tener guagua. Des...
pués no ha de haber quien case con ella. V1e1nancio ya no
ha de querer a J·a pobre Ionga. Estos blancos ladrones só–
lo eso saben. Todo robar. No hay que dejarle. No hay
que dejar, decía adormilándose por obra de su estribillo de
ínfima protesta.
Luego reacciona, y al impulso de una ajena voluntad,
exclama frenético: Anque sea de a malas hay que impedir
que niño duerma con Manuela. Los blancos sola011elnte eso
quieren. Después ni acuerdan de 'las J.ongas que desgra–
cian, ni de hijos.
.1.
i dan ni para trapos. Shuguas! Shu–
guas! Después ha de mandar sacando
el
niño a la
Manuela de haóe'nda. Sólo rogando ha de hacer casar con
un Iongo manavali. Si no quiere de buenas largar a
~a
Manuela. hay que trairle sin que consienta. Matara tan al
niño si está con Manuela ....
La conversación estaba sesgada por encalidecidas rá–
fagas ele odio racial. Abochorna el recinto un ambiente de
rencor pesado
y
maligno. Todas las iras acumuladas de
la raza oprimida se han dado cita al'lí, para im.pPecar reu–
nidas, en globo, 1en masa temblante de dolor, contraJ la ra–
pacidad de los opresores ....
El niño Raúl odiado y temido asume proporciones enor–
mes. Es representativo. Encarna toda la histórica tna:l–
dad de los conquistadores
y
los frailes que maniataron a
los indios.
y
los arrojaron así a las lontananzas · deslum–
brantes del porvenir.