![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0046.jpg)
FERNA:r-."'DO CilAVES
fisiológi_cos de su cuerpo endeble,
y
como espía, como· un
consejero del ele Covadonga.
Raúl envió los caballos que le pidió su padre, casi con
disgusto. Sinembargo ele saber que era Hugo el que lle–
garía a la hacienda, sentía, con toda el alma tensa eq un
esfuerzo ele adivinación, que le interrumpiría-n en su doloro–
so ensueño ele amor y que su situación cambiaría brusca–
mente.
Casi le encontraba agradable a ese torturador estado
ele impotencia. En su empeño de asir a la india fugitíva,
de encadenar a su afecto a la beldad broncínea, sin más re–
sultado que el fracaso, descubrió un placer remoto, sinuoso,_
no sospechado por su espíritu hecho al triunfo fácil des–
pués ele breve y ficticia lucha. Una voluptuosidad que ja–
más paladeó. El amargo sabor de la derrota adquiría un
dulzor ambiguo ele anonadamiento, un dej·o ·consolador de
resignación ante lo imposible.
Como alguien le iba a escoltar en su soledad, tal Y·ez a
cambiar el rumbo vacilante ele su vida en esos momentos,
sintió nacer en su alma un rencor para el intruso.
Con el desamparo aumentaba su martirio, pero esa
misma plenitud ele dolor no mitigado por· las manos suaves
de la consolación ajena, le poseía, le embargaba de tal mo–
do que ya le hallaba placentera, y, poco a poco, atisbó que
se tornaba egoísta de su dolor y que lo guardaba para sí
con avaro deleite; trocándo&e de comunicativo
y
jovial que
era, en arisco y serio, como si el alma anquilosada y amorfa,
el
alma amiga de la tristeza y el encierro, el alma de la in–
dia se hubiera pasado a su cuerpo y le rigiera, y se adue-