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vo. con las descripciones de las fiestas
al~surdas.
ele los ca- ·
prichos inverosímiles de lo alienados que llama Sacha No–
ronsoff
y
el señor ele Phocas. Junto al soñador Loti del
Pescador ele Islandia
y
ele las Desencantadas, reposaban los
cuentos vivientes de Maupassant
y
las escenas brutales de
Zola, el de Naná. Sobre las narraciones morosas de vi–
cios, refinados
y
falsos, sobre los versos del poeta ele los
miserables, del intenso Carrére. sobre las lucubr-acion•es
sociales de un Tolstoi
y
las admoniciones ele un Gorki, aso–
maban el casco abollado y la desmedrada lanza florecida
de ensueño - del idealista eterno, de Don Quijote, que so–
bre el cansado Rocinante. obligad<;> por·el mandato genial- ·
mente imperioso ele la única mano (!el gran Cervantés, iba
a la conquista de la tierra mejor. entre las befas de todos
y
el espeso arcasmo humano. Don Quijote allí. alto, se–
co, hue uclo era como un emblema. un estandarte piso–
teado.
El fnblim: lo ·o, la rodilla en tierra ante la aldeana
que su mente insegura creyó Dulcinea. pa1·a
re~petarla
y
rendirla homenaje ferviente. era una repr escntaci0n del
Raúl ele esos· días,
y
al mismo tiempo. el honesto cah<llleJ o
apuntaba como un gesto ele reconvención para
d
joven ha–
cénclado. por sus antignas correrías de las que subsistía una
dolida
y
luminosa e. tela de bellos cuerpos ·profanado , de
corazones sangrantes para siempre en el . ilencio.
y
una teo–
ría ele criaturas adorables qne ignorarían toda -su vida
quien fue su pa'dre.
y .
i lo sabían, jamás recibirían ele él
una caricia ni podrían llamarl e· así .....
El manchego ilusionado dejó las mozas del partido
para los aJTieros.
y
fue en bn sca perenne. fén·ida. temblo-