PLATA Y BRONCE
cama, y. a poco, formando una equis con sus delgadas ex–
tremidades tiesas, se quedó dormido. ,
Soñó. Cruzaba a galope desenfrenado tierras desco–
nocidas. pero ele paisajes idénticos a los que recorri·era en
horas anteriores. Arenas soleadas como las del norte ele
Quito; una cuenca árida
y
pobre como la dd raquítico Po–
ruasqni: una brecha profunda con hálitos de horno, abra–
sada por un sol de infierno como la cid Guaillabamba,
y
una estepa fría
y
desolada como la de Malchinguí
y
unos
páramos agrios, de hermosura religiosa y sombría como los
de Mojanda.
El cer.é:·bro calenturiento de Hugo fingía un nuevo
y
más fatigoso -viaje porque el a'lma débil impresionóse con
esa caminata ·a lomo de veloces corce<les, que duró trec e· ho–
ras bajo un sol ardoroso
y
rachas gélidas del viento ele los
pajonales.
Rugo dormía
y
soíiaha.
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