-FERNÁNDO CHÁVES
-Den luz y anden con tino. Falta el piso.
Se aproximaron los otros precedidos por
En la tiniebla el farol era un cocuyo ínfimo.
poseía espermas en los bolsillos del pantalón.
una que alargó a Don Ernesto.
el indio.
Martínez
Encendió
El
agua se . remansaba en una oquedad amplia, tal
vez redondeada. Lo deleznable del fondo formó a tra–
vés ele los años ese pozo.
-El ülo está aquí-indicaba Luis Izquieta-Más
allá no hay suelo. He tenido que nadar para salir ....
Horadaron en haces la sombra las luces parpadean–
tes de las espermas. Encendieron una más. La cavi–
dad agrandada de aguas tranquilas y sombrías recataba
la orilla contraria.
Yo
n~do ])ien-d~j·o
Izquieta--despojlándose de las
últimas ropas y entí"egúndolas a un indio. Penme la
punta de una soga y amarren por los extremos .Jas demás.
Se anudó la soga a la cintura holgadamente.
-Si grito pidiendo auxilio, tiran de la cuerda ....
Martínez miraba con ojos extraviados a su valeroso
colega. A los indios les castañeteaban los dientes.
Temblaban sin poderse contener. Don Ernesto, co–
mo idiota, no hacía nada, quieto, adosado a una pared
del
socavón. Sólo una alm¡t, vigorosa y noble, la de Izquie–
ta, se alzaba sobre esos cuerpos ateridos de mi.edo y ele
frío.
Con tranquila resolución, Izquieta se arrojó al a a.
Cayó su cuerpo con tm ruido medroso en la superficie
tersa. Una lluvia ele chispas mojó a sus compañeros que
le mostraban la luz.
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