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FElRNA~DO
CHAVES
El ra tro le llevó a las Yega del río. . \ la entrada
del soca ,-ón.
~e
internó resueltamente
y
a alguna cua–
dra ele distancia topó con un atado l'errorí fico.
En su fúnebre
1
úsqueda, la suerte le guiaba.
.Acertó. _L\brió el saco
y
emergió de él
1
la cabeza defor–
mada
y
sangúenta ele Raúl. La besó obstinatlamente
ti–
iiénclose los labios con la sangre. con lo hilillos ele angre
acuosa que destilaban los del blanco. tumefactos, amOt·a–
tac!os. Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad
y
dis–
tinguieron/ la mirada de súplica ele los de Raúl
y
los besa–
ron. La india p1·etenclió empujar el bulto hacia la puerta.
No pudo. Su cuerpo clebio!itado no guardaba
energía~
pa–
ra mo,·er
el
querido del patrón. La corriente tenía fuerza
y
la fermentación
aum~ntaba
ya el peso del cadáver.
Luchó largo tiempo sin co111seguir otra cosa r¡ue ex–
tenuarse. Sentóse en la acequia oscura sin importarle la
frialdad del agua ni la mordedura del hambre en las entra–
ñas martirizadas. Perdió la noción del tiempo. El espa–
cio no tuYo sentido para ella en la ausencia ele luz ele la ca–
verna. Besaba febril , loca los ·labios del amito
y
se rego–
deaba en el sabor de la sang1·e.
Fué debilitándose. Se le pa1·aüzó el cer•ebro.
Am–
bulaba aérea por campos floridos suspendida del cuello
del
patrón. besándole glotonamentie. Huía, huía hacia la fe–
licidad. enlazada. sorbiendo los labios de Raúl. no fríos co–
mo al principio, sino ardientes, ca1inos, vivos como en aque–
lla noche desventurada y dichosa. Fué su recu
1
erclo pos–
trero. Le abandonó la memoria ya inútil.
Besaba. besaba la cara del patrón
y
se iba adorme–
ciendo. sustraída a la sensibilidad, envuelta en un sopor que
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