PJ,ATA Y BRONCE
XX
-Pobres mozos. ya les ha castigado Dios--decía Don
Sicionio rgüeHes repantigado cómodamente en un sililón
ele su sala. rodeado del Sanedrín. y comentando el crimen
ele "Rosaleda...
-Rebelarse contra la palabra <.le Dio
y
tratar mal al
señor curita, no eran faltas que hubieran quedado sin cas–
tigo ele la mano del Omnipotente-añadió la beata larga
y
pa'liducha.
-Así es .... ,- se despertó dieiendo una vieja octoge–
naria
y
decrépita. arreHanacla en un estrado bajo ele la sa–
la conventual, para dormir la siesta en santa compañía.
-Ni los cadáveres se hallan--dijo otra vez Don Si–
cionio-Pobres jóvenes .....
-Y saben ustedes por qué les han muerto?
-Po~
piNos, por abusivos--clamó Doña Emeteria Ibá-
ñez, la beata principal
y
preferida del párroco. Una ja–
mona de cara afeitada, mantecosa
y
fea, con resabios hom–
brunos.
Entró
!el
síndico, todavía vendado la cabeza. Se en–
teró de la conversación
y
metió baza.