PLATA. Y BRONCE
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-Trae el
farol-dijo Izquieta a uno de los indios,
arrebatándolo.
Y
prosiguió él, re uelto. firme.
u elevada figura
bailaba en las parecle>' negras heridas por la luz del farol,
en contor iones fantasmagórica .
.\ nduvieron mucho - minuto
lento , eterno .
Se es–
trechaba la gruta.
Izquieta
penetraba
encorvándose.
EYitaba con agilidad
orprendente y ondulaciones preci–
sas las salientes de las roca .
Parecía un hurón desli–
zándose en la madriguera.
El agua originaba un glugluteo trágico que arañaba
los nervios hiperestésicos.
El aire inmóvil semejaba no
existir.
La ombra se espe aba.
De pronto osciló violentamente el farol que portaba
Izquieta.
Su luz mortecina salpicóse de gotas estallan–
tes de agua.
Se detuYieron los de atrás
prendidos al
suelo arenoso por el miedo. Oyeron un chapoteo rápi–
do. Después la Yoz entera y serena de Izquieta, más
cercana, que decía:
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